viernes, 28 de octubre de 2011

LOS COCHES DE MI NIÑEZ

Cuando era niño, no es que tuviéramos coche, que eso era propio de los ricos, pero mis padres tuvieron su primer coche cuando yo estaba en la preadolescencia, en los “felices” años del franquismo, debido a las presiones de la suegra con aquello de “anda, cómprales un coche”, porque mi viejo (que por entonces no era tan viejo), se mostraba muy reacio a comprárselo. Y eso de la tremenda ilusión que me hacia tener uno y poder ver mundo, y no tener que ir andando. En realidad, de mi numerosa familia, fuimos de los últimos en presumir de poder tener uno: era un SIMCA 900. Mis tíos más ricos empezaron a comprarse un renault 8 (el renault 12 era de los más grandes, y de señor más rico), un dos caballos de citroen, el mítico SEAT 600, y el citroen Dyane 6 (el “coche de la clase obrera”, como me diría un amigo mío de entonces). Recuerdo también que el SEAT 1500, que era considerado uno de los grandes, era también el coche de los señores que tenían pelas. Y tampoco excluyo el SEAT 124, que era el coche del primer jefe albañil que tuve, que se dedicaba a dar vueltas por las obras para supervisarlas, usando ese coche particular para sus desplazamientos. En aquellos tiempos, un SEAT 124, comparado con un SEAT 600, era considerado como un coche de categoría, propio de gente que presumía de tener pelas. En fin, una época de nostalgia, en la cual en aquella época tener un coche era algo que se valoraba y se le daba importancia, como si de una joya se tratase, no como hoy en día que son considerados como vanos juguetes grandes de todos los tamaños, gustos, precios, primeras, segundas o terceras manos, que apenas nadie se fija ni nadie da importancia hasta el punto de que el coche ya no indica situación social, sino cualquier cosa pues puedes ser pobre e ir con un gran cochazo que debes de pagar en 15 años, o ser rico e ir con un coche pequeñito (como es mi caso). Tanto gusto tenía por los coches, que a los 18 años recién cumplidos ya tenía el permiso de conducir, y hasta pasados los 20, no llegaría a comprarme el primer coche de mi propiedad: un Ford Fiesta, un modelo que se vendió tanto, que llegó a superar el millón de unidades, una cifra record en aquel tiempo. Y eso que una vez me fui unos días de obras en la casa de un particular, y el tipo quiso venderme su Mini “el más grande” por la módica cantidad de 15.000 pesetas de la época de principios de la década de los ochenta, porque lo tenía en su garaje y apenas no lo usaba, pero me decanté por el Ford Fiesta, un coche que llegó a durarme más de 25 años, y que cuando me lo quité de encima y se lo regalé al chatarrero, todavía funcionaba perfectamente, como siempre lo hizo a través de todos esos largos años.

Os dejo aquí con los inolvidables coches que más recuerdo de aquellos viejos tiempos, de los cuales sólo tuve el SIMCA y el FORD:












No obstante, para los que os estéis preguntando porque me habéis visto con otros coches, deciros que además he sido propietario de los siguientes coches: un SEAT panda Marbella, un Ford Escort XR3, un Citroen C15, y un Renault Clio. Sueño con tener algún día un bonito Mercedes último modelo, un lujoso coche de esos de los grandes, aunque me temo que de momento y por muy largo tiempo sólo será esto: un sueño.

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