martes, 7 de diciembre de 2010

ENVIDIABLE FLEXIBILIDAD



Muy interesantes videos que he encontrado en el You Tube. Se ven jovencitos que corren y saltan como si fueran gatos, como si tuvieran siete vidas. Nada que envidiar a spiderman, e incluso superando a los mismísimos canguros, los animales más saltarines.
Requiere gran agilidad, velocidad, fuerza y la flexibilidad necesaria para amortizar los golpes. Es curioso que de preadolescente incluso yo mismo lo hacia, pero como mucho la mitad o menos de lo que veis en los videos, saltando los niveles de las escaleras exteriores del colegio (el famoso colegio de “La Vila”, en Banyotes), de una altura equivalente a la de un piso grande (unos tres metros), y no me lesionaba. Y también corriendo por los bosques de alrededores de adonde vivía (y no sólo eso, sino que además por aquella especie de pradera que era entonces, también practicaba lanzamiento de jabalina con una lanza que me hice yo mismo, como si aquello fuera el Campo de Marte de los antiguos romanos). Supongo que esta es la mejor edad para esas cosas. Claro que tienes que rodar y por lo menos en el momento de la caída dar como un golpe fuerte al suelo, ya que eso contribuye mucho a repartir por todo el cuerpo el impacto y a amortiguar mejor el golpe (esa es una técnica que me enseñó cierto maestro de karate con el que me relacioné en un gimnasio primitivo y casi casero de aquellos de los años 70). Quizás os preguntéis si esto es agotador, pues por experiencia personal mi respuesta es: nada de nada. Ya con veinte y pocos años, recorria dos veces el lago de Banyoles (de ocho kilómetros de perímetro), es decir, poco más de 16 kilómetros (casi media maratón), en los meses de julio o agosto a las horas del mediodía, de muy intenso calor, y que por la tarde a las horas frescas del anochecer pues cuando volvías a la carrera te sentías como un caballo. Es decir, para quien va bien entrenado, de agotador nada de nada, y a lo sumo hasta divertido. Pero eso sí: esas carreras te dejan bien flaco, y sin nada de músculos ni de grasa.

Aunque de vez en cuando todavía sigo practicando “footing”, hoy en día tendría que andarme con cuidado, pues hace unos 5 años en mi trabajo de albañil me caí de una obra, a causa del resbalón por el suelo mojado de la lluvia y enfangado de polvo de runa (me caí de un piso a otro) lo que es la altura de un piso y aunque el pie recibió el impacto de la caída, no se me rompió, pero estuve una semana de baja con un hematoma gordo, y casi dos meses caminando cojo y currando con una visible cojera. A mi edad ya no estoy para esos trotes, aunque de jovencito lo hacia, y si hubiera sabido que eso era un deporte, no me cabe duda de que lo hubiera practicado. En la foto de la portada podéis ver el aspecto de pre-adolescente que yo tenía cuando practicaba esa modalidad de deporte corriendo bosques, subiéndome en árboles (especialmente pinos), y saltándome las vallas del colegio y de los espacios libres que había por el pueblo.

Ahora me he enterado que se llama parkour o free running (que significa “el arte del desplazamiento”, que no tiene reglas, y que lo practican bandas callejeras, como si fueran unos spidermans, pero que está prohibido). Ideal para jovencitos que quieran dedicarse al robo, y no ser atrapados por la policía, con la ventaja de que al ser menores, con la ley en la mano, automáticamente se libran de cárceles y castigos.

El primer video es una muestra de los mejores corredores libres de Inglaterra. En el segundo de los videos podéis ver algunas secuencias de la película del francés Luc Beson “Banlieu 13”, donde se aprecia una buena persecución policial. Y el tercer video es una muestra de un aficionado ruso. Espero que os guste como a mi.

http://www.youtube.com/watch?v=kZyjSjFVUUE&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=TPIw3cv8Zls&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=3KSr1pozm6Y&NR=1





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