lunes, 12 de octubre de 2009

CORRUPCIÓN MADE IN SPAIN

No paran a diario de salir noticias sobre los casos de corrupción siendo el del catalán Millet, y el del caso Gürtel, los que más dan que hablar en esos días.

Dice el viejo proverbio que al igual que la miel y la mierda atraen a las moscas, pues el dinero atrae poderosamente a los ladrones. Los erarios públicos siempre están llenos a rebosar del dinero que constantemente extraen y expolian a los sufridos contribuyentes, y los que tienen ese dinero a su alcance, no dudan en agarrar un poquito de esos miles de millones, que por lo que parece nadie lo va a notar. Como que el nuestro es el país de las envidias, donde tantos funcionarios chupan y viven del dinero público sin apenas dar golpe, los políticos que ocupan cargos tras haber sido elegidos democráticamente, no dudan en agarrar su parte del pastel cuando se encuentran delante de sí que son los responsables de administrar tanto montón de dinero como el que se encuentran encima de la mesa, sabiendo que el cargo, a diferencia de los funcionarios, no va a ser eternamente. Tanta codicia recaudatoria con las zonas azules, tanto impuesto de la renta, tantos IVAs, tanta cotización para la caja de la Seguridad Social, tanto carburante caro, tantas tasas que nunca paran de subir, tanta retención con los ahorros, tanto impuesto nuevo que no paran de crear, etc..., hacen que las cajas públicas estén siempre llenas y henchidas a desbordar de abundante dinero (o eso es lo que parece, que luego igualmente lo malgastan descaradamente con toda clase de despilfarros). Y es que el dinero en sí, es un agente corruptor de fuerza extraordinaria, sobretodo cuando es dinero público, porque lo que es público y se supone que es de todos, es lo mismo que decir que no es de nadie. Y con ello ocurre que a algunos políticos (demasiados, por desgracia), sean de ayuntamiento, consejo comarcal, diputación, comunidad autónoma, o del gobierno central, al ver delante de sí un inmenso tesoro en forma de presupuesto que deben de decidir destino en qué gastarlo, se le termina corroyendo el razonamiento, despertando la codicia, emponzoñando la conciencia, haciendo perder la noción del bien y del mal, en la acción política, en la que se confunde hasta dónde está el límite de las prácticas honestas y honradas. Como ya he mencionado, tenemos los casos de Félix Millet, el caso Gürtel; y en años anteriores fueron el caso Filesa, el caso Banca Catalana, los Fondos Reservados (que implicaron a altos cargos como Luis Roldan, Rafael Vera, o el ministro Barrionuevo), el escándalo Juan Guerra (hermano de un vicepresidente del gobierno), entre muchísimos otros que darían una lista interminable, pasando por los casos de RUMASA o BANESTO, llegando hasta el caso MATESA en plena época de Franco. Prácticamente de todos los colores políticos, hay quienes se han aprovechado del cargo público para robar y forrarse. Esos escándalos a los que ya estamos acostumbrados es bueno que ocurran, porque así cada vez se pone más difícil y sotisficado volver a robar de nuevo. Eso es lo bueno de la democracia: que normalmente los partidos de la oposición, o los personajes que están molestos dentro del gobierno, son los que finalmente acaban por dar el chivatazo, destapando y aireando la olla de los grillos, tan pronto descubren una prueba . Y eso no es sólo cuestión exclusiva del poder político, sino que también puede mancharse el poder judicial, ya que el mismo dinero tiene poder de compra, y lo mismo se puede comprar un político vendible, como un fiscal o un juez, cuando la tentación del dinero es demasiado fuerte, en forma de comisiones, regalos, facturas falsas, etc...... Félix Millet, con tanto cargo semi público y privado, tejiendo las redes conforme a sus intereses, había metido la pata en algún lugar, y ahora paga las consecuencias. De todos modos, como ya se ha dado sobrado ejemplo de que los funcionarios con esos privilegios de trabajar cada vez menos que llaman “conquistas sociales”, con la seguridad de que nunca irán al paro porque el Estado les ampara y les garantiza el enchufe, y con las diversas clases de sueldos escandalosos e insultantes que puntualmente cobran cada mes; robar al erario público no creo que sea gran pecado que digamos, hasta el punto de que en el fondo me alegra de que existan gentes que son capaces y tienen suerte en lograr robarle al erario público, porque el erario público ya de si es el mayor ladrón de los sufridos contribuyentes, y al ladrón que roba a otro ladrón más grande, hay que perdonarle todo y se merece toda una gran medalla. Lo feo y que debe de ser punible, es robar a la persona que se gana el pan sudando, o que arriesga en su negocio. Pero robar al erario público y aprovecharse de conseguir información pública privilegiada, es algo que merece todo un aplauso, aunque sea hecho fuera de la galería, fuera de la vista de los hipócritas que criticarán y denunciarán, haciendo los ojos ciegos y los oídos sordos a este Estado que malgasta el dinero de los contribuyentes y a este sistema que con sus impuestos, ya es técnicamente corrupto de por sí. Si en este país impera un sistema con el cual es casi prácticamente imposible progresar trabajando de modo duro y honrado, ¿qué les puede quedar sino a los pillos que no sea robar?. Además, por otra parte, el que suele robar de la caja pública, normalmente suele gastárselo también, poniendo ese dinero robado en circulación, con lo beneficioso que esto resulta para la economía, ya que al mover la maquinaria de la misma economía, hace que se crean y se conserven los puestos de trabajo. Por ejemplo, los pillos se gastarán el dinero robado en la construcción de una vivienda nueva, con lo que supone de trabajo para los albañiles; o en la compra de un cochazo nuevo, que anime las ventas de los concesionarios; o en restaurantes y putas, lo que anima el sector del ocio. Y de este modo son muchos los que pueden disponer de empleo, gracias a los gastos de los corruptos.

Así que en tanto sigamos con ese sistema corrupto, es bueno que siga la corrupción y la cultura de pelotazo, que es lo más normal en estas condiciones, aunque sugiero a los buenos ladrones del erario público que vayan con más cuidado. Recientemente me he enterado del escándalo del ministro de fomento José Blanco de legalizar su gran lujoso chalet de ladrillo, madera y cristal, valorado en varios centenares de miles de euros, que tiene en la playa de Arosa (en Galicia), donde tiene 150 metros de ático, a tan sólo 20 metros del mar, cuando la ley de costas de la que él es el máximo responsable en hacerla aplicar dice otra cosa. Es curioso que un ministro de un partido que se dice “socialista obrero español”, tenga que tener viviendas como las de un riquísimo burgués. Por supuesto los vecinos han denunciado la recalificación del terreno; pero él es el todopoderoso ministro de fomento, y no es tan fácil echarle de allí. Y de ese tema, apenas de habla en los medios de comunicación, cuando ya estamos hartos del asunto de los trajes de Camps, o de la particular música de Millet. Entretanto Zapatero dirá, como ya ha dicho varias veces: “dejemos que los jueces hagan su trabajo” (o sea que arreglar eso de la picaresca es de por sí, trabajo de un estamento que está considerado de los más socialmente más corruptos).

En tanto los funcionarios no puedan ser despedidos como cualquier otro empleado de la empresa privada, en tanto los políticos no se rebajen sus escandalosos e insultantes sueldos, en tanto no se bajen progresivamente todos los impuestos, en tanto existan leyes que no reconozcan la legítima recompensa al esfuerzo realizado y que no fomenten el trabajo honrado,....nuestro país seguirá siendo el país de la corrupción y de la picaresca, y debemos mentalizarnos con ello, porque vamos a seguir teniendo prácticas corruptas y de picaresca para mucho rato todavía. Pero que nadie se asuste: mirado en positivo, ese sistema y esa práctica que debería dar vergüenza, es en el fondo beneficioso para la economía, en el sentido de que si no fuera por esos ladrones, habría mucho más paro, y la economía estaría aún más estancada.

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