martes, 18 de mayo de 2010
EL JUEZ QUE JUEGA A SER DIOS, TERMINA PARECIÉNDOSE AL DIABLO.
A Baltasar Garzón, el afán de distinguirse en todo como juez, le ha llevado demasiado lejos en excederse en su pretensión de investigar los crímenes del franquismo. El CGPJ (Consejo General del Poder Judicial), el máximo órgano de los jueces, no ha tenido más remedio que apartarlo como juez, alegando que con su decisión se ha pretendido frenar los procesos injustos del mencionado juez, que hubiera sido abrir la puerta de otras injusticias. No obstante, el famoso magistrado ahora recibe reconocimiento y apoyo de mucha gente que tiene sed de justicia (o de venganza), entre ellas la presidente de Argentina. Pero...¿y qué estarán pensando los del otro bando, que por ahora , por el poco ruido mediático, parecen estar como callados?.
Abrir de nuevo el incendiario tema de los crímenes derivados de nuestra dolorosa guerra civil, es como abrir y encender nuevamente esas heridas que ya deberían de estar cicatrizadas y olvidadas, y más a la distancia de más de 30 años de democracia, y más de 70 años de la última guerra civil que padecimos los españoles. Como dice el viejo proverbio chino: “Quien interpone una querella, derriba un dique”, como una advertencia de las malas consecuencias que traen las cosas que podrían calificarse de imprudentes. Se supone que con la ley de amnistía, que abrió el camino a las primeras elecciones democráticas, siendo por entonces Adolfo Suárez el presidente, ya debería de estar todo esto superado, con lo de perdonarse mutuamente, sin necesidad aparentemente de olvidar, aunque pasando ya la página de este capítulo tan triste y doloroso de nuestra Historia. Por eso, el juez Baltasar Garzón es imprudente abriendo de nuevo ese capítulo que ya debiera de estar cerrado, y además con una actitud partidista, mostrando un abierto antifranquismo, lejos de esa imparcialidad que debería de ser propia todo juez. Habrá que reconocerle el mérito de Garzón de haber hecho un buen trabajo como juez contra los terroristas, contra los traficantes de drogas, o contra los políticos corruptos que roban,....pero pretender juzgar los trapos sucios del franquismo, eso ya es haber ido demasiado lejos.
En la guerra civil hubieron crímenes e injusticias por los dos bandos: fueron asesinados miles de religiosos (quemando y destruyendo miles de templos). Se expropiaron miles de propiedades. También fueron asesinadas miles de personas en el caso de Paracuellos del Jarama; hubo miles de detenidos en las checas del gobierno republicano y asesinados sin juicio previo. La guerra costó inútilmente la vida de miles de requetés muertos en combate a pesar de llevar escritos en el uniforme el “bala párate”, o la vida de miles de soldados republicanos enrolados a la fuerza, que a su vez tenían orden de sus superiores de disparar al que estando delante, en vez de avanzar, retrocedieran, en un intento desesperado de los altos mandos republicanos en retrasar la victoria de los nacionales. Como tampoco tuvieron suerte aquellos a quienes les llegó tarde aquello de “la generosidad de Franco perdonará a los españoles que se entreguen sin las manos manchadas de sangre”, etc... etc... Y por no hablar del drama de los miles de exiliados, así como las penurias de la postguerra. Y por si fuera poco todos aquellos libros que exponían los muchísimos otros asesinatos de los “rojos” cometidos a nivel local, exhibidos en las bibliotecas de los colegios de pueblo del franquismo. Si ahora y hoy por hoy todo eso se tuviera que investigar cada caso particular por parte de jueces (que no digamos el propio Baltasar Garzón) y desempolvar los viejos papeles, ¿adónde nos llevaría todo esto?, ¿qué “justicia”, o qué “sed de venganza” satisfaceria según a quién?, ¿quién tendría que indemnizar a quién, y no digamos con dinero de los contribuyentes?, ¿y qué se sacaría de positivo de todo esto?. Creo que como al final nada bueno traería todo esto, la decisión del CGPJ de suspender a Garzón de sus funciones de juez ha estado totalmente acertada. Aparte de que el propio juez se ha creado una fama de no ser imparcial, de tener claras sus preferencias políticas, e inadecuado para juzgar según qué cosas por los conflictos de intereses que derivan de esa falta de imparcialidad. Aunque ¿qué juez es de verdad imparcial en nuestro país, puesto que cada cual sentencia según les sale de las narices?
Todos cuantos papeles hubieran sobre los hechos, hay que dejarlos para lo que tienen que estar: como meros documentos históricos, pero a estas alturas ya no como elementos de tomarse la revancha.. Sean los llamados “Papeles de Salamanca”, o los archivos del difunto presidente de la Generalitat catalana Josep Tarradellas que se guardan en secreto por parte de los monjes del Monasterio de Poblet, que seguramente contienen datos clave, y que el deseo expreso del prudente honorable era que no se conozcan hasta pasado ese largo período de tiempo que permita una imparcialidad y una consideración histórica hacia unos documentos que pueden tener contenidos claves sobre ciertos asuntos que es mejor no conocer.
Eso hace recordar lo que hace más de 2000 años hizo Pompeyo al vencer a Sertorio en España y le llegó a sus manos los cofres de documentación que comprometían a muchos ciudadanos romanos que habían sido partidarios a la causa marianista en la guerra civil contra Sila. O bien, aparentemente lo mismo que hizo Cayo Julio César, tras vencer en Farsalia, donde se encontró con toda la documentación del gobierno del légitimo senado romano en el exilio, en la que como es natural en estos casos, lo primero que hizo es leerse los documentos, que contenían muchas pruebas comprometedoras contra muchísimos ciudadanos romanos, y tras eso, dío orden de quemar todos esos papeles a la vista de todos en una gran pira, con el propósito de evitar futuros juicios, y con ello futuras venganzas derivadas de la guerra civil romana. Ambos líderes romanos fueron muy acertados en ese tipo de decisiones; de ellos deberíamos aprender y algo parecido deberíamos de hacer en España, evitando echar más leña al fuego de las heridas de la pasada guerra civil, cerrando ese lamentable episodio, y dejándolo adónde debe de estar: en la Historia.
Aunque de momento Baltasar Garzón tiene sus horas de gloria con tanto reconocimiento y tanto apoyo manifiesto en los medios de comunicación, pero esperemos que con el tiempo quede también olvidado, pues tampoco sería deseable que el otro bando se despertara y tomara la misma actitud que él,...o peor. España ya está bastante crispada por causa de la crisis económica, y el único enemigo común que tenemos ahora, y deberían de tomar nota los políticos de todos los colores, es el desempleo que deja a nuestros hijos en la incertidumbre. En buscar ideas y resolver el problema del paro es en lo que deberían de abocar todas sus energías la clase política, y no malgastarlas en actitudes inútiles de buscarse nuevamente los enfrentamientos removiendo en el pasado, con los que al final todos salimos perdiendo.
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