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Kamikazes japoneses |
¿Por qué fueron unas bombas atómicas las que tuvieron que
rendir a los japoneses en la II Guerra Mundial?
Los japoneses creían firmemente en bushido (muerte antes que
deshonra), y que proveía de la forma de vida del antiguo samurai, adoptado para
la formación armada y el funcionarizado del nuevo Estado japonés surjido tras
la era del emperador Meiji que traería la revolución industrial al país. Y no
se respetaba a ningún soldado que se rindiera. Eso hacía único a Japón:
rendirse traería deshonra a su vida y a su familia. Para el japonés era mejor
suicidarse antes que ser capturado. Pensad, por ejemplo, que los japoneses
tenían los kamikazes (considerados suicidas divinos que aceptaban su destino)
un par de aviones con un kamikaze podía ir directamente a estrellarse en un
barco y hacer que murieran 500 marines. Eran un pueblo fanático, y como tal un
terrible enemigo. Los que se enfrentaban a ellos estaban estupefactos y
horrorizados de enfrentarse a la tenacidad y ferocidad de ese tipo de enemigos
incapaces de rendirse.
Además para los japoneses, el Mikado es Dios, y como el
Mikado es el Emperador, le deben obediencia.
Eran enseñados y entrenados desde los 8 años, y eso es lo
que aprendendían : luchar hasta la muerte. Estaban totalmente dedicados a la
causa, y para ello muy influenciados por el código "bushido", que era
como una segunda naturaleza para un japonés.
Lo que buscaba Japón al arriesgarse a ir a la guerra era
asegurarse un imperio a través de todo el Asia Oriental, ya que no podía vivir
siendo una simple isla, tras la revolución industrial de la Era Meiji, que la
convertía en una nueva potencia emergente, pero que no disponía de imperios
coloniales como los casos de Inglaterra o Francia. Un Imperio que fuera
autosuficiente para subsistir como pueblo, desarrollarse, progresar y
defenderse a sí mismo contra todo, ahora y para siempre, acorde con su
mentalidad que se tenían como un pueblo y una raza superior (igual ocurría con
la Alemania hitleriana en aquellos tiempos). Se arriesgan a ir a la guerra por
la necesidad vital de espacio y la necesidad de tener su propio imperio
económico. Veían a las otras democracias coloniales, como países divididos,
fragmentados y con las típicas luchas intestinas entre políticos, países como
EE.UU, Inglaterra, o Francia,...en contraposición con otros países más de
dictaduras y con necesidades de espacio vital, como el propio Japón, Alemania o
Italia. Por eso al arriesgarse en la guerra contra esos países, creían en la
posibilidad de vencerlos y así expandir sus imperios que necesitaban formar. Sabían
que se iban a enfrentar contra países con más población y mucho más
industrializados, pero confiaban en que tenían algo que no tenían los otros: el
espíritu marcial japonés (el bushido).
Que un país tan
pequeño como Japón pudiera enfrentarse a un país tan grande como Estados Unidos
o el Imperio Inglés, se debía a que disponían de la adoración al Emperador, y
había una cohesión social y un orden imperante basado en un fuerte sentido de la
unidad, cosa que carecían los otros países. Los japoneses son un pueblo muy
socializado que piensan en ellos mismos como una colectividad unida, mientras
que los otros pueblos son de una mentalidad más individualizada, en la que no
cuenta el grupo o colectivo como es en la mentalidad japonesa. Se sentía que
muchísmos millones de corazones japoneses es como si latieran en uno, había
mucho sentimiento de país en todos los japoneses, unidos todos formando como
parte de un solo cuerpo y adorando y obedeciendo ciegamente al emperador que
era tenido por al misma divinidad. Cuando luchaban contra el enemigo iban
conjuntamente todos a una lucha arrolladora, aunque tuvieran gran número de
bajas, como si no existiera el miedo a la muerte, pero si un miedo terrible al
deshonor propio de los antiguos samurais. Nadie tenía el sentimiento de
rendirse, sino todo lo contrario: vencer o morir. Ya cuando se lanzaban al
combate, gritaban "banzai", que significa más o menos "viva el
emperador" o "por el emperador". Siempre pensaban en la familia,
en que estaban combatiendo y muriendo por su país, que morían para defender a
su familia y a su país.
Y en este sentido
para los japoneses existía el concepto de razas superiores: la suya era la
superior, mientras que las demás eran consideradas como bárbaras, flojas y
corruptas. Aunque los europeos o
norteamericanos consideraban a los japoneses como seres inferiores, bajitos,
retrasados, anclados al pasado, e imitadores incapaces de inventar o
desarrollar nada por si mismos, que se les representaban como monos, ratas,
ignorantes, saqueadores, violadores y bárbaros,...los propios japoneses veían a
los europeos, norteamericanos y demás pueblos de casi la misma manera:
consideraban que europeos y norteamericanos eran como simios y que eran
ignorantes, que no tenían ni honor ni coraje. Consideraban a sus enemigos como
un demonio o un diablo, que esa era la imagen que tenían del poder
anglo-americano, y sentían que su raza, la raza Yamato, tenía que cumplir un
destino, el derecho a conquistar. Se sentían un pueblo muy especial, muy
superior, por la línea ininterrumpida de las sucesiones imperiales y que el
emperador era divino. Los japoneses creían que en contraste con la pureza de su
línea sucesoria, que se mantenía por miles de años, los anglosajones y demás
pueblos habían contaminado las suyas convirtiéndose en naciones mestizas y
degradadas. Eso hace que consideren que cuando matan al enemigo, están matando
a bestias, matando monos retrasados, o demonios sin coraje ni honor,
exterminando a los bárbaros, considerados como bestias, seres degradados, o
demonios. Aparte tenían una cultura de crueldad y de soportar extremados
dolores físicos, pues era algo habitual entre los oficiales japoneses golpear a
sus tropas sin sentido para que se mantuvieran duros, y se les enseñaba que
rendirse era denigrante y vergonzoso, así que si cogían a un angloamericano,
era un blando materialista que no estaba para lo de morir por su país que sí lo
estaba cualquier japonés. Por eso en la cultura militar japonesa, donde la crueldad
y el maltrato sin sentido era algo habitual, no podía existir la clemencia ni
la compasión. Los japoneses te mataban, incluso si estaban malheridos, y si les
ibas a auxiliar, los propios heridos te mataban, por ejemplo, con una bomba
escondida con la que incluso así se mataban ellos mismos, pues tal era el
concepto del honor en el japonés. Tal brutalidad hizo que los angloamericanos
tuvieran que matarlos a todos los que se encontraban a su paso, incluso a los
heridos, por si tuvieran armas ocultas con las que atacar. Los japoneses luchaban
de una manera inhumana, que los anglo-americanos tenían que luchar de la misma
manera para vencerles, de modo que en la guerra contra Japón se volvieron tan
crueles o más, que les disparaban una y otra vez para asegurarse de que los
nipones estaban muertos, ya que no podían confiar en ellos. Su propio código
militar basado en el bushido no les permitía rendirse ni entregarse.
Por eso cuando la suerte de la guerra se les estaba
volviendo adversa, se mantenían más unidos que nunca, con el honor más
despierto que nunca, volviéndose mucho más feroces y crueles que nunca,
incapaces de aceptar ninguna rendición ni ceder ningún palmo de terreno de sus
posiciones, aunque tuvieran que morir a miles. Y aunque al final de la guerra
ya empezaba a ser un país derrotado que no podían ganar, se sabía que era un
enemigo perdido, pero que no se rendiría y que iba a luchar incluso con más
desesperación. Entonces el mando norteamericano comenzó a plantearse si para
derrotar a Japón se tendría que matar literalmente a cada hombre, mujer y niño
de Japón, uno por uno, porque igual al final los japoneses morían de golpe de
diez mil en diez mil en los ataques ya dentro del mismo territorio japonés, y
esto también les costaba a los norteamericanos gran número de bajas y heridos
ante un enemigo incapaz de doblegar, y empezaron a pensar que eso era ya algo
inaceptable, y por eso tuvieron que incentivar los ataques aéreos con
lanzamientos de bombas, hasta llegar al final al uso las armas nucleares
lanzando sendas bombas en Hiroshima y Nagasaki, que costaron decenas de miles
de muertos y heridos en unos instantes, y eso ya era inaceptable y considerada
una muerte estúpida que ya nada tenía que ver con el código bushido, y con lo
cual el Mikado tuvo que optar por capitular después de aguantar miles de años.
El general norteamericano Douglas Mc Arthur, el vencedor de
Japón, tuvo que comportarse como si no fuera el vencedor ni darse aires de
superioridad con los japoneses, ya que no hubiera sido aceptable en aquellas
tan dramáticas y extremas circunstancias. No se podía subyugar un país así, y
hubo de dotarle de reformas modernas más actualizadas, como una Constitución
democrática, calcada de la norteamericana, pero sin ejército ni rearme, y el
Mikado reconociendo ante todo el pueblo japonés que no era divino, pero sí
símbolo de unidad de los japoneses. Los distintos bandos beligerantes que se
tenían por sí mismos como los superiores, tuvieron que aprender a respetarse y
a tolerarse.
Ese espíritu, esa mística propia de los japoneses, incluso
esa tolerancia con las religiones (aceptaron incluso a los cristianos),
contrasta que no aceptan a las culturas y religiones completamente
intolerantes, como es el Islam, por ejemplo.
Japón es quizás el único país avanzado que ha cerrado sus
fronteras a todo lo que tenga que ver con el Islam y el propio Islam, mientras
que el resto del mundo se va llenando de la cultura y el credo más intolerante,
en especial Europa. Es evidente que algo malo está pasando en Europa, y algo
inteligente están haciendo los japoneses en proteger sus fronteras de lo que
consideran los verdaderos demonios y bárbaros. Es el duende japonés que solo
quiere vivir en paz y prosperidad después de haber vivido la más cruel y atroz
de las guerras que se conocen.
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El general norteamericano Douglas Mac Arthur,
junto con el emperador japonés Hirohito |
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