viernes, 20 de marzo de 2009
EN LA MINUSFERA DE MIFAS: “EL SUPERMÁN MINUSVÁLIDO”
Desde la minusfera quiero rendir homenaje a Christopher Reeve, un actor norteamericano que durante la década de los ochenta, interpretaría en la gran pantalla a Superman, uno de los famosos personajes fantásticos extraídos del cómic, y anticipo de otros que más tarde le seguirían perfeccionando las técnicas de efectos especiales ayudada con las nuevas tecnologías de las imágenes y la informática, que con los años iría mejorando la industria del cine, tales como el Batman, o mucho más tarde el Spiderman, por citar sólo dos ejemplos más.
Nacido en el año 1952, en Princeton, estado de Nueva York, quiso ser actor y para ello se preparó. Por tu altura (medía más de metro noventa), y por su atractivo físico, fue seleccionado para interpretar a Superman, ese héroe que aprovecha sus super poderes para luchar en a favor de la justicia, que lucha también contra los villanos y protege a los débiles. La oportunidad le salió en el mejor momento: era la época de Ronald Reagan, y los norteamericanos necesitaban revivir sus sueños patrióticos e identificarse con héroes para seguir teniendo su lugar en el mundo.
Aunque el público llegó a encasillarle como Supermán, también se dedicó a rodar otras películas Desde entonces nunca le faltaron las ofertas de trabajo, aunque muy pocas le atraían pues la mayoría pretendían encasillarle en el papel de héroe de acción: “Quiero ser un actor y no correr de un lado a otro con una ametralladora”, repetía una y otra vez.
En 1995, durante una competición de hípica, su caballo paró en seco al ver un obstáculo, y Christopher Reeve, con las manos atrapadas a las bridas, se cayó y se dio un fuerte golpe que le lesionó muy gravemente los cervicales superiores dañando con ello la médula espinal, lo que fue consecuencia de que se quedara paralítico del cuello para abajo, necesitando asistencia mecánica de respiración asistida. Fue a partir de entonces que el famoso “supermán” del cine, ya desprovisto totalmente de sus superpoderes i reducido al mayor estado de impotencia, tendría que demostrar de verdad el verdadero superhéroe que llevaba dentro: por decirlo de alguna manera, se convirtió en el “superman minusválido”, que empezaría a luchar y a dar ejemplo a favor de él mismo y de la causa de los que tenían el mismo problema que él mismo.
El actor dijo los primeros momentos tras su caída, al verse totalmente paralítico y con respiración asistida, que tuvo verdaderos deseos de morir. “Pero cuando entraron mis hijos y mi mujer mi habitación del hospital y vi lo mucho que me necesitaban y me querían, esos pensamientos se me desvanecieron”.
Dio el ejemplo de que un minusválido debe seguir luchando por la vida: aprovechando su fama de actor conocido a nivel mundial, luchó para conseguir fondos para la investigación científica y la ayuda de personas con la misma condición de minusválido que él. Luchó en lo que podía para volver a ser el hombre que una vez fue: soñaba en que algún día podría volver a andar y a mover sus propias articulaciones, y luchaba para que ello fuera posible. Dentro de sus limitaciones, y aprovechando su anterior experiencia de antes del dramático accidente, volvió al cine para interpretar papeles adaptados a su situación de minusválido, así como desarrollando también la faceta de guionista y director.
En sus últimos años, sufrió también algunas infecciones, pero la última fue tratado con un antibiótico al que era alérgico, lo que le provocó un infarto que terminó con su vida y sus sueños en 2004, a la edad de 52 años.
Descansa en paz, Christopher Reeve. Tu ejemplo es admirable, y por ello no serás olvidado, especialmente entre el colectivo de minusválidos que mucho agradecen tu ejemplo y tu valor. Tú si fuiste el verdadero Superman, y tu ejemplo es siempre una buena inspiración. Gracias, Christopher, por ese ejemplo tuyo tan valiente y tan avasallador.
Nacido en el año 1952, en Princeton, estado de Nueva York, quiso ser actor y para ello se preparó. Por tu altura (medía más de metro noventa), y por su atractivo físico, fue seleccionado para interpretar a Superman, ese héroe que aprovecha sus super poderes para luchar en a favor de la justicia, que lucha también contra los villanos y protege a los débiles. La oportunidad le salió en el mejor momento: era la época de Ronald Reagan, y los norteamericanos necesitaban revivir sus sueños patrióticos e identificarse con héroes para seguir teniendo su lugar en el mundo.
Aunque el público llegó a encasillarle como Supermán, también se dedicó a rodar otras películas Desde entonces nunca le faltaron las ofertas de trabajo, aunque muy pocas le atraían pues la mayoría pretendían encasillarle en el papel de héroe de acción: “Quiero ser un actor y no correr de un lado a otro con una ametralladora”, repetía una y otra vez.
En 1995, durante una competición de hípica, su caballo paró en seco al ver un obstáculo, y Christopher Reeve, con las manos atrapadas a las bridas, se cayó y se dio un fuerte golpe que le lesionó muy gravemente los cervicales superiores dañando con ello la médula espinal, lo que fue consecuencia de que se quedara paralítico del cuello para abajo, necesitando asistencia mecánica de respiración asistida. Fue a partir de entonces que el famoso “supermán” del cine, ya desprovisto totalmente de sus superpoderes i reducido al mayor estado de impotencia, tendría que demostrar de verdad el verdadero superhéroe que llevaba dentro: por decirlo de alguna manera, se convirtió en el “superman minusválido”, que empezaría a luchar y a dar ejemplo a favor de él mismo y de la causa de los que tenían el mismo problema que él mismo.
El actor dijo los primeros momentos tras su caída, al verse totalmente paralítico y con respiración asistida, que tuvo verdaderos deseos de morir. “Pero cuando entraron mis hijos y mi mujer mi habitación del hospital y vi lo mucho que me necesitaban y me querían, esos pensamientos se me desvanecieron”.
Dio el ejemplo de que un minusválido debe seguir luchando por la vida: aprovechando su fama de actor conocido a nivel mundial, luchó para conseguir fondos para la investigación científica y la ayuda de personas con la misma condición de minusválido que él. Luchó en lo que podía para volver a ser el hombre que una vez fue: soñaba en que algún día podría volver a andar y a mover sus propias articulaciones, y luchaba para que ello fuera posible. Dentro de sus limitaciones, y aprovechando su anterior experiencia de antes del dramático accidente, volvió al cine para interpretar papeles adaptados a su situación de minusválido, así como desarrollando también la faceta de guionista y director.
En sus últimos años, sufrió también algunas infecciones, pero la última fue tratado con un antibiótico al que era alérgico, lo que le provocó un infarto que terminó con su vida y sus sueños en 2004, a la edad de 52 años.
Descansa en paz, Christopher Reeve. Tu ejemplo es admirable, y por ello no serás olvidado, especialmente entre el colectivo de minusválidos que mucho agradecen tu ejemplo y tu valor. Tú si fuiste el verdadero Superman, y tu ejemplo es siempre una buena inspiración. Gracias, Christopher, por ese ejemplo tuyo tan valiente y tan avasallador.
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