viernes, 26 de junio de 2009

¿DÓNDE ESTÁ EL CONEJO?



Este va en recuerdo de mi viejo amigo Francisco José C.Z., alias “El conejo”, que de la inevitable pregunta, la respuesta era siempre: en el asilo.

La cosa se remonta a cuando éramos unos colegiales de primaria de la EGB (entonces la llamaban “Educación General Básica”), en el terrible colegio de “La Vila”, en Banyoles, el nombre con el que la gente llamaban al colegio “Mosén Baudilio Reichat”. Allí todos estábamos bastante dados al mote, de los que yo tampoco me libré de algunos feos motes, que para aquí no dan el caso, así que no me apetece nombrarlos. Pero de los que mejor recuerdo son de los de “El Conejo”, y de “Chico”, “Niño”, o “Gringo”, esos tres últimos de mi viejo amigo José V.R., que ahora regenta el ya centenario negocio familiar de zapatería en Banyoles, y el mote último se debía a que por aquellos tiempos estaban de moda las películas del oeste de Sergio Leone. Así que si mi viejo amigo José V.R. me encuentra en mi blog, a ver si se acuerda de “las cien pesetas que me debía” (en realidad no me debía ningún dinero, pero en aquellos años de finales de los sesenta y principios de los setenta, que íbamos a aquel manicomio de colegio, cien pesetas eran toda una fortuna). A propósito, el hijo de nuestro viejo “gringo”, que tiene la misma edad que mi hija, va al mismo colegio que íbamos los dos de pequeños, y según me manifestó la última vez que fui a comprarle zapatos, que aquello sigue siendo el mismo manicomio de siempre, como si nunca se hubieran librado de locos la escuela. Claro, de pequeños nos obligaban a formar filas militares en el patio, para ir en dirección a las aulas como si de una marcha militar se tratara; fuera la mañana o la tarde, lo primero era rezar un padrenuestro, seguido de un ave María, y terminando con un gloria,...con el imponente e inolvidable retrato de un jovencísimo General Francisco Franco Bahamonde, llevando el rojo fajín de general en el uniforme, cuando por la tele en blanco y negro aparecía viejo. Además, tampoco se olvidan la rígida disciplina de las clases, y los terribles castigos de copiar varias veces seguidas afuera en el pasillo los verbos del francés, o estar de rodillas todo lo que duraba la clase, porque nos obligaba el terrible maestro de turno al que teníamos que llamar por la fuerza “Señor”, y que cuando le apetecía, nos gritaba o nos pegaba la consabida hostia, de modo totalmente impune. Claro, eran los tiempos del nacional-catolicismo, y de los colegios que más bien parecían una especie de cuarteles militares, donde unos eran el “ordeno y mando”, y los otros tenían que ser por la fuerza el “obedezco y callo”.

Pero me centro en mi viejo amigo “el conejo”. La cosa viene de que en aquellos tiempos, una vez al año, los niños de la clase estábamos obligados a llevarles algún regalo a los ancianos de nuestro asilo local, en el “Homenaje a la vejez” que se organizaba cada año. En Banyoles existe un asilo que pertenece a la entidad religiosa católica llamada “Las Hermanitas de San José”, que también son las propietarias del único hospital existente en Banyoles, el “Salus Informorum”. El homenaje a los viejos se celebraba en donde entonces era el llamado “Cine Victoria”, actualmente desaparecido y en su lugar es hoy un bloque de pisos y el actual Teatro Municipal de Banyoles. Después de los consabidos discursos de las autoridades locales, a continuación cada niño subía al escenario para traer su regalo, generalmente algún alimento envasado tal como arroz, galletas, pasta, leche, azúcar, etc..., como donativo para los ancianos del asilo, que de lo lleno que se formaba, daba para todo un par de camiones. Luego solía hacerse una actuación de payasos para animar al público infantil, a cargo del ayuntamiento. Pero una vez ocurrió algo fuera de lo común: nuestro amigo de la clase Francisco José C.Z., fue el único que para obsequiar a los ancianos, trajo una cesta con un conejo vivo adentro. Y por esa razón se pasó un buen tiempo que no se le paró de hacerle siempre la misma pregunta: ¿Dónde está el conejo?, a la que respondía como siempre: “en el asilo”. Hoy inevitablemente, cuando veo a “El conejo”, nunca se me olvida preguntarle, como siempre, sobre el conejo y el asilo. Una de las cosas que le comenté la última vez que lo vi, en las conversaciones de vestuario del club deportivo del que los dos somos viejos socios, fue que estamos en una edad que cuando menos lo esperemos, quizás dentro de muy poco los dos nos veremos en un asilo,...pero que estamos en unos tiempos tales, que no creo que a nadie se les ocurra llevarnos un conejo. Atrás quedaron los tiempos del pub “La Patagonia”, donde nuestro “conejo” desde muy jovencito conoció a la pelirroja de su vida, y en donde íbamos a la discoteca “El Drac”, donde iban las pijas del pueblo que iban al colegio gerundense de “Las Dominicas”, regentados por los “hippies” del pueblo, entre ellos, uno apellidado “Flores”, que además tenía de mote “El apache”. Teníamos que ir allí, porque en el “Club Blau”, la otra discoteca del pueblo, con 15 años, no nos dejaban entrar, y como que uno de los socios de la discoteca era un tipo más enano y delgadillo que nosotros mismos, quizás eso influía en que no nos negaran el pase. En aquellos rincones oscuros de la discoteca, era el único sitio donde podíamos arriesgarnos a tocar alguna teta, y besar a alguna que nos dejase bailar si consentía, en aquellos tiempos de las prohibiciones y los exasperantes nones femeninos. Pero de lo que tampoco se olvidará “El conejo”, si es que me encuentra ese escrito en mi blog, es de las veces que habíamos ido juntos a los “auto-choques”, o de la sala de recreativos de “Can Riera”, la única existente en aquellos tiempos en Banyoles donde nos reuníamos los “gamberros” a hacer una partida de billares, futbolín, o con las máquinas de bolas,..y en donde nuestro “chico gringo” venia con una envidiable moto de cross, de marca Derbi, que según él, era “la campeona del mundo”, la mejor moto.

En recuerdo de aquellos viejos tiempos, aquí os dejo con el conejo más grande que he encontrado en el internet. Saludos, “conejo”, seguro que en el asilo debían de estarte muy agradecidos. ¡ Hasta pronto!. Y un abrazo a todos los viejos amigos que encontréis esta entrada de mi blog.

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