sábado, 27 de junio de 2009
EL GENTILHOMBRE ENAMORADO: UNA HISTORIA DE AMORES IMPOSIBLES EN TIEMPOS DE GUERRA Y PAZ
En el amor cada hombre y mujer es como es; la esencia de cada persona, eso es lo que le da sentido a nuestras relaciones, nos puede cambiar la vida para bien,...para mejor; nos puede dar ánimos, ilusión, esperanza, fe,..... Nos puede dar fuerzas, hacernos valientes. O lo contrario,....o simplemente indiferencia. Todo depende de la lotería de persona con la que te topes, y de la capacidad de tener un propio equilibrio emocional.
No obstante, se me ocurre escribir una breve historia imaginaria de amor, porque esa historia se inspira bastante en una que es propiamente mía, aunque me reservo varios detalles personales.
La titularé: ”EL GENTILHOMBRE ENAMORADO”
Erase una vez, hace mucho, mucho tiempo atrás, en tiempos que la sombra destructora de una cruenta guerra civil cubría la faz del país.
Había un sencillo pero ambicioso gentilhombre de 29 años que nunca, nunca había tenido una relación en serio, pues él buscaba algo especial, algo distinto para su vida. ¡Él buscaba una mujer perfecta!...
Y para él la perfección en la mujer radicaba en 4 cualidades:
1.- Que sea inteligente
2.- Que tenga una hermosa voz
3.- Que tuviera una bella letra
4.- Que tuviera un físico de buen ver
Estas cuatro cualidades eran fundamentales para él; él buscaba y buscaba pero nunca hallaba a esa mujer...
Y a pesar de que ya llevaba varios años esperando que esa mujer apareciera, no se daba por vencido; pues en su atenta misión se había encontrado:
A.- Mujeres bonitas, pero muy superficiales, aunque con bella voz
B.- Mujeres no tan bellas, poco inteligentes y con fea voz.
C.-En fin, inútil seguir clasificando porque lo que encontró fueron combinaciones de casi de todo con uno y otro defecto, pero no la mujer ideal que deseaba para él.
Acabó un tanto decepcionado de llegar casi a los 30 años y no haber encontrado ese amor que tanto anhelaba, pero un día se fue a la biblioteca y tomo un libro de narrativa, y en su interior encontró un papel con una poesía amorosa escrita a mano que le dejó gratamente impresionado con unos bellos versos que estaban escritos de forma manuscrita con letra de mujer en un papel olvidado en el interior de dicho libro. Inmediatamente quiso averiguar quien era la autora de dicho poema, y para su satisfacción puede decirse que casualmente era una mujer la que había escrito esos maravillosos versos, en los que describía muy bien lo qué era para ella amar a un hombre.
Él se dirigió a la vieja bibliotecaria, y le pidió el favor de que le dijera quién había sido la última usuaria del mencionado libro, con el propósito de poder averiguar quién era la dueña del impresionante manuscrito poético. Pero la bibliotecaria no le quiso dar la información, ya que eso de decir los nombres de los usuarios de libros prestados lo consideraba confidencial. El hombre desde entonces iba todos los días a la biblioteca y le rogaba amablemente a la bibliotecaria que la diera los datos.
Hasta que un día la señora bibliotecaria, que le tenía un cierto aprecio, se la dio con la condición de no contarle a nadie porque ella perdería su prestigio si se enterara alguien.
El gentilhombre se lo prometió, y con los datos del nombre, teléfono y domicilio de la interesada, pudo saber que la autora que supo describir correctamente lo que era amar a un hombre, era una mujer que existía, y regreso feliz a su casa. Inmediatamente le hizo la primera llamada a esa mujer que sin saberlo había empezado a admirar:
Ella contesto: hola, ¿quién es?
Él: soy una persona que te ama.....
Él: se que tu eres la mujer que toda la vida he buscado
Ella: creo que estas loco de remate, deja de molestarme
Él: yo se que tu eres el amor de mi vida que tanto he buscado pues eres inteligente, tienes una dulce voz y tu poema me dice que sabes ser amorosa.
Ella: Escucha, tonto: si me sigue llamando avisaré a la policía, así que no me molestes más.
Y le colgó.
En días sucesivos él siguió llamando, pero ella al descolgar no contestaba; pero unos días más adelante se dispuso ir a su casa para verla y conocerla en persona, cosa que no llegó a hacer porque desafortunadamente habían estallado tiempos de guerra y lo reclutaron para que se fuera muy lejos a recibir su bautismo de fuego. Para participar en una batalla lo destinaron muy, muy lejos de ella, demasiado se podría decir, como para que no pudiera volver a tener una oportunidad de poder volver a intentar conocerla.
El recuerdo de los hermosos versos de aquella desconocida mujer, era su principal motivación para vivir. Estaba tan lejos que no podía llamarla porque en el frente no había teléfonos disponibles, y solo conseguía enviar cartas.
Escribía una carta por cada día que pasaba, y cuando llegaba el día del mes en que llegaba el cartero a la primera línea del frente, él tenía escritas unas 30 cartas para enviarle.
En sus cartas le decía que cada vez que luchaba lo hacia solo por ella y que él resistía solo por ella, que su razón de vivir era ella; así pasaron duros y angustiosos meses llenos de aguantes y privaciones en las trincheras del frente, y él no recibía ninguna carta de respuesta.
Hasta que un día recibió la primera carta de ella, de aquella mujer desconocida que admiraba, de quien tanto amaba sin conocerla. En su carta su adorada era muy seca y se limitaba a desearle suerte pero le recordaba que ella no sentía nada por el, y aclararle que aquel poema lo había escrito pensando en otro hombre que no era él..
Así fue pasando el tiempo y él seguía en su inclaudicable afán de recordarle cuan importante era ella para su vida, ella era su todo, el recuerdo de sus hermosos versos lo hacían ser uno de los soldados más valientes, resistentes y heroicos del pelotón, simplemente ella lo mantenía vivo, su recuerdo era más fuerte que las peligrosas balas del enemigo, acechando en cada momento la muerte.
A pesar de todo, a su vez el persistente soldado no cesaba en su cometido y continuaba escribiéndole cartas más sentidas conforme pasaban los días; al tiempo de que las cartas que recibía de ella empezaron a ser diferentes. Cada vez ella se mostraba más amorosa en sus escritos.
Hasta que casi por acabar la guerra, ella le escribió en las ultimas cartas que aunque no lo conociera, ella deseaba pasar el resto de su vida con el, pues era un hombre que había demostrado creer en ella.
El gentilhombre se sintió el hombre más afortunado y feliz sobre la faz de la tierra porque por fin, esa admirable mujer correspondía a su amor, como si bajara ya del Parnaso para ir al encuentro de él que tanto la había adorado y esperado.
El había sobrevivido por amor, el había luchado por amor, el resistió por amor,....hasta que cautivo y desarmado el ejército contrario, la guerra habia terminado y nuevamente llegó la paz.
En el cuartel general después de vencer en la guerra les permitieron hacer unas llamadas para informarles a sus familiares y amigos que habían ganado, los licenciarían del ejército, y que pronto llegarían en el tren de la 1 de la tarde, en fecha determinada.
Él la llamo y ella feliz le dijo que lo esperaría, él le pidió que llevara un libro de poemas en la mano y él llevaría un sobre que contenía los versos de su amada que encontró en aquella ya olvidada biblioteca, los versos que lo mantuvieron vivo y cuerdo en medio del deprimente horror de la guerra. A la una de la tarde se verían en la estación, y se reconocerían por los detalles del libro y el sobre a mano.
Por fin, tras la larga pausa de la guerra, el buen hombre aproximadamente a la una del mediodía conocería a su idolatrado amor, que era del mismo pueblo que él.
Debido a la gravedad y características de la guerra los trenes llegaban con muchos soldados heridos, lo que no permitía que los soldados que resultaron ilesos llegaran a tiempo, esto hizo que el tren que llevaba a nuestro protagonista se retrase algunas horas.
Mientras aguardaba impaciente su turno de abordar el tren que lo llevaría a casa notó que aquel tren que lo llevaría al lado de su amada tardaba tanto en llegar como a su vez fue su larga espera.
Para tranquilizarse el recién licenciado soldado oró con profunda devoción a Dios y a la Virgen por mantenerlo vivo y sobretodo por haber permitido que encontrase al amor de su vida, en medio de esa penosa guerra. Y bendijo cada segundo de su larga espera pues sabia que su amada valía cada segundo, cada suspiro.
Al fin llego el momento de abordar el tren de retorno, el tren que terminaría su desesperante espera, que lo acercaría a su amada.
Aquel tren se veía poderoso como su amor por ella, su retorno estaba matizado con un hermoso atardecer, con un primaveral aire calido que soplaba, y la tranquilidad que da la paz recién regresada.
Supuestamente hasta Dios parecía feliz de que este paciente muchacho haya encontrado a su amor. El viaje fue más ligero de lo que esperaba, los soldados llegaron antes de lo previsto.
Del paciente gentilhombre brotaban lágrimas de felicidad, lagrimas de agradecimiento por retornar a casa, de estar vivo, de encontrar a su gran amor.
Cuando descendió del tren empezó a buscar a su desconocida admiradora, la buscaba impacientemente como un loco.
Pero no la encontraba.
... andando y por el camino a unos pocos metros vio a una mujer alta como él, con un vestido malva, rostro angelical, cabello suelto y brillante,....que caminaba en dirección contraria a él, sin darse cuenta de su presencia, en medio de tanto soldado moviéndose de un lado para otro.
Aquella mujer que acababa de ver, le había impresionado y era tan hermosa que la gente de su alrededor quedaba completamente eclipsada. Aquella mujer parecía andar como dueña del tiempo. Él la estuvo mirando un buen rato, hasta que desapareció.
Pero...había observado que no tenía el libro en mano.
De repente
Vio a una mujer que era la única que tenía entre manos un libro, en medio de la multitud de aquella estación de trenes.
Ella estaba sentada en un rincón, como si esperara a alguien.
Con un paño que cubría su cabello que estaba cayéndosele. Tenía muchas arrugas, y casi no tenia dientes. Él al verla, escondió su vistoso sobre que llevaba en la mano y se dio la vuelta.
Pero algo le hizo pensar: que esa mujer había sido quien le había dado ánimos, fue por quien resistió, fue por ella por quien había conseguido sobrevivir a la guerra.
Y no era justo comportarse como un cobarde.
Entonces se lleno de valor, y fue adonde ella y le entrego el sobre que contenía aquellos versos que habían dado sentido a su vida.
Ella le dijo con voz cansada
Mire señor:
La mujer que lo estaba esperando a usted se canso y le dejo esto...
Le dejó dicho que ella acababa de irse por ahí vestida de malva, con el cabello suelto...
Moralejas de esa historia que he inventado:
1.- A veces por cobardes, dudosos, impacientes, o indecisos nos perdemos a lo mejor.
2.-Lo mejor de la vida no siempre llega en los más bonitos empaques.
3.-La esencia de cada persona eso es lo que le da sentido a su personalidad, a sus actos, a sus palabras.
4.-Cualquiera dice “te quiero” pero lo que le da sentido a un “te quiero” son los actos que respaldan la honestidad de las palabras.
5.- Siempre la nobleza de unas palabras quedara demostrada en la honestidad del proceder.
6.-Quien te quiere no solo te lo dice, sino que te lo demuestra. Te lo hace sentir en una mirada, en una palabra, en un acto,...y quiere lo mejor para ti ¡siempre!.
7.- La lista de moralejas sobre los casos amorosos, se me haría infinita, porque el amor es siempre tema eterno.
FIN DE MI HISTORIA, TAN FRECUENTE COMO LA VIDA MISMA
POSTDATA.- La mujer en la que me he inspirado es real: estuve más de 10 años enamorado de ella: era inteligente, tenía una hermosa voz, al tiempo que una buena letra, y un físico de muy buen ver. Es hija de un poeta local, y de madre inglesa. Para más señas, muy parecida a la actriz Julia Roberts,....pero fue un amor imposible, que a pesar de mis cartas, mis peticiones, mis ruegos, mis insistencias,...nunca llegó a corresponderme, a pesar de que alguna vez le robé algún que otro beso. Si algún día descubre esta publicación en mi blog, sólo quiero que sepa que lo he escrito recordando a ella, ella sabe que la biblioteca era el lugar donde más la encontraba, junto con la discoteca y en la plaza mayor, en la mitad final de los años 80, y la otra mitad de los primeros 90. Y hasta incluso ejerció durante un tiempo de bibliotecaria de la nueva biblioteca local. Hoy por hoy, estoy seguro de que sigue siendo tan bella como siempre, y por eso, y por el hecho de que se enamorara de ella un estúpido como yo, bien puede decirse que es una de esas mujeres querida por los dioses. Si me lees querida E. (no quiero poner su nombre, no quiero ser indiscreto), sólo quiero decirte que me gustaría que me invitaras a un café. Creo que se mudó y vive en otro pueblo, y hace años que no la veo; un primo de su ex amante me contó que estaba separada, y que era madre. Sus amigas eran las que le influían para que no me correspondiera: me consideraban inútil, imbécil, y además no era rico. ¡Odiosas amigas de ella!, ¡inmenso poder de la envidia femenina!.Yo ya le decía: “pideme la prueba que quieras, para demostrarte que puedo ser digno de ti”. Y ese que finalmente escogió como amante, cuando yo ya me había echado nueva novia, ...ese mujeriego, al final bien podía decirse que en comparación no me llegaba ni a la suela del zapato. Mi querida , hermosa y culta niña de origen inglés, si me encuentras aquí en mi blog, anímate a invitarme a un café. Tengo mucho que contarte, y aceptaré tu invitación encantado. Yo, por mi parte, después de tantas peticiones, ya estoy como agotado para hacerte una más. Ahora es a ti a quien toca, y tú lo sabes.
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