miércoles, 10 de marzo de 2010
LA CONSTRUCCIÓN, UNA NOTICIA TELEVISIVA EN EL PLA DE L’ESTANY
El “Pla de l’Estany” es el nombre de la comarca catalana donde yo resido, y el video sobre esa especie de telediario local exponiendo la noticia, no tendría razón de ser estando insertada en mi blog si no fuera porque el albañil que aparece encima del andamio, el del sombrero rojo, la camiseta azul, y los ligeros pantalones blancos, soy yo mismo por allá en la segunda mitad de la década de los noventa. El telediario, naturalmente, sale expuesto en idioma catalán.
La noticia hacía referencia al estado de la construcción en la comarca por aquellas fechas, y entre porcentajes y frías estadísticas, ya os podéis hacer la idea de lo que yo iba construyendo por aquel pequeño rincón del mundo, tal como podéis ver en las imágenes. Creo poder decir que varios rincones de la comarca tienen la imprenta de mi huella, algo que nunca aparecerá en ningún periódico, hemoreteca, o grabación televisiva. El caso es que vinieron expresamente los del equipo televisivo local para grabarnos, y como podéis ver en las imágenes, también, todavía no estaba del todo extendido el uso del casco, zapatos metálicos, indumentaria de tela dura, etc..., que ahora son de pesada norma obligatoria, y muy vigilado por los cabrones de los inspectores de trabajo (que esos ni curran, ni ejecutan materialmente la obra dándole forma, sino que más bien son unos inútiles que incordian exigiendo cumplimientos de normas absurdas que hacen que el duro trabajo del albañil sea aún muchísimo más pesado y sufrido). Ese video podríamos decir que son un testimonio más de que se han perdido mucho de las libertades que había en aquella época, como de unos 15 años atrás. En comparación, hoy en día, en el ramo de la construcción se trabaja muy mal, en malas condiciones por tanta normativa obligatoria, y a precio carísimo, dejando aparte de que la cosa está, también, muy empeorada tirando de mal a peor, por los efectos de la crisis económica. Las supuestas rebajas fiscales del IVA que por esos días anuncia el gobierno, no creo que aporten demasiado alivio, ni que solucionen gran cosa. En realidad, a mi modesto entender, los problemas del gremio se arreglarían si se volviera a la libertad de hace poco más de treinta años atrás, consistente en total libertad en el método de trabajo, ausencia casi total de normas, y apenas casi nada de impuestos. Eso último es lo que animaría a la gente a volver a invertir en el sector del ladrillo, de gran importancia para la economía del país, y para la creación y mantenimiento de diversos empleos. Pero hoy por hoy, los políticos no parecen haberse dado cuenta, aparte de que no demuestran demasiado sentido común. Con la excusa de que las normas son para la seguridad, lo que han creado es toda una corte de funcionarios chupones improductivos que viven del cuento, y encarecen considerablemente el precio de las obras, ...y con eso, sin que la supuesta seguridad haya mejorado en nada, sino todo lo contrario, porque falsean las estadísticas incluyendo a gentes que se accidentan, que más bien son de otras nacionalidades ajenas a nuestro propio país. La mejor norma de seguridad, se basa en el viejo y sabio proverbio que reza “El miedo conserva la vida”, es decir, que cada cual vaya con cuidado y evite accidentarse. Todo lo demás de imponer normas de “seguridad e higiene”, aunque de cara a la galería se intente dar una determinada imagen, de puertas bien cerradas para adentro apenas se cumplen, sobretodo lo que incomoda, estorba, y representa una gran pérdida de tiempo. Y lo peor es que por culpa de gentes procedentes de otros países, que son los que en el ramo de la construcción habitualmente se accidentan y cogen bajas laborales, tengan que pagar los justos por pecadores con tanta extensa normativa absurda que casi se parece que se le exija a un albañil o a un peón una capacidad de estudio y conocimiento más propia de licenciado universitario. En política, como la gran mierda que es, va sobrada de hipocresía, y las cosas las ven mejor la gente del pueblo que las viven y trabajan en el día a día, que los miopes ojos de los políticos que deciden las cosas desde cómodos despachos, como si estuvieran en un Olimpo de dioses, ajenos a las realidades terrenales. Como podréis comprobar, las imágenes grabadas espontáneamente a pie de obra por reporteros televisivos de una pequeña ciudad catalana, hablan por sí mismas.
La noticia hacía referencia al estado de la construcción en la comarca por aquellas fechas, y entre porcentajes y frías estadísticas, ya os podéis hacer la idea de lo que yo iba construyendo por aquel pequeño rincón del mundo, tal como podéis ver en las imágenes. Creo poder decir que varios rincones de la comarca tienen la imprenta de mi huella, algo que nunca aparecerá en ningún periódico, hemoreteca, o grabación televisiva. El caso es que vinieron expresamente los del equipo televisivo local para grabarnos, y como podéis ver en las imágenes, también, todavía no estaba del todo extendido el uso del casco, zapatos metálicos, indumentaria de tela dura, etc..., que ahora son de pesada norma obligatoria, y muy vigilado por los cabrones de los inspectores de trabajo (que esos ni curran, ni ejecutan materialmente la obra dándole forma, sino que más bien son unos inútiles que incordian exigiendo cumplimientos de normas absurdas que hacen que el duro trabajo del albañil sea aún muchísimo más pesado y sufrido). Ese video podríamos decir que son un testimonio más de que se han perdido mucho de las libertades que había en aquella época, como de unos 15 años atrás. En comparación, hoy en día, en el ramo de la construcción se trabaja muy mal, en malas condiciones por tanta normativa obligatoria, y a precio carísimo, dejando aparte de que la cosa está, también, muy empeorada tirando de mal a peor, por los efectos de la crisis económica. Las supuestas rebajas fiscales del IVA que por esos días anuncia el gobierno, no creo que aporten demasiado alivio, ni que solucionen gran cosa. En realidad, a mi modesto entender, los problemas del gremio se arreglarían si se volviera a la libertad de hace poco más de treinta años atrás, consistente en total libertad en el método de trabajo, ausencia casi total de normas, y apenas casi nada de impuestos. Eso último es lo que animaría a la gente a volver a invertir en el sector del ladrillo, de gran importancia para la economía del país, y para la creación y mantenimiento de diversos empleos. Pero hoy por hoy, los políticos no parecen haberse dado cuenta, aparte de que no demuestran demasiado sentido común. Con la excusa de que las normas son para la seguridad, lo que han creado es toda una corte de funcionarios chupones improductivos que viven del cuento, y encarecen considerablemente el precio de las obras, ...y con eso, sin que la supuesta seguridad haya mejorado en nada, sino todo lo contrario, porque falsean las estadísticas incluyendo a gentes que se accidentan, que más bien son de otras nacionalidades ajenas a nuestro propio país. La mejor norma de seguridad, se basa en el viejo y sabio proverbio que reza “El miedo conserva la vida”, es decir, que cada cual vaya con cuidado y evite accidentarse. Todo lo demás de imponer normas de “seguridad e higiene”, aunque de cara a la galería se intente dar una determinada imagen, de puertas bien cerradas para adentro apenas se cumplen, sobretodo lo que incomoda, estorba, y representa una gran pérdida de tiempo. Y lo peor es que por culpa de gentes procedentes de otros países, que son los que en el ramo de la construcción habitualmente se accidentan y cogen bajas laborales, tengan que pagar los justos por pecadores con tanta extensa normativa absurda que casi se parece que se le exija a un albañil o a un peón una capacidad de estudio y conocimiento más propia de licenciado universitario. En política, como la gran mierda que es, va sobrada de hipocresía, y las cosas las ven mejor la gente del pueblo que las viven y trabajan en el día a día, que los miopes ojos de los políticos que deciden las cosas desde cómodos despachos, como si estuvieran en un Olimpo de dioses, ajenos a las realidades terrenales. Como podréis comprobar, las imágenes grabadas espontáneamente a pie de obra por reporteros televisivos de una pequeña ciudad catalana, hablan por sí mismas.
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