domingo, 8 de agosto de 2010
OTRA VEZ LOS TOROS
Con la polémica de los últimos días sobre la prohibición de las corridas de toros en algunas comunidades autónomas, como la de Cataluña, y con la de Andalucía (una de las comunidades más taurinas de España) camino a que se prohiban también si se logra la iniciativa de un grupo de ecologistas andaluces para abolirlas, parecida a esa recogida de firmas que se originó en Cataluña y que fue origen para que el parlament al final procediera a someterlo a votación, sería bueno saber que en En EEUU, concretamente en la superociosa ciudad del juego y la diversión, Las Vegas (estado de Nevada) hace tiempo que habían inventado una nueva modalidad de toreo que consiste en una corrida de toros normal y corriente pero sustituyen las puntas de las banderillas y la espada por velcro y en el lomo del toro ponen un manto de velcro para que se enganchen las banderillas o la espada, de manera que el toro no sufre en absoluto y está prohibido el matarlo.
Lo malo de esto, es que de esta manera el espectáculo no es lo que era, y atrae a muy poco público, sabiendo que el único que puede sangrar, salir herido, o morirse es el torero. El baile de la muerte entre torero y toro no es el mismo, y con ello se pierde la emoción del riesgo y del arte taurino, aparte de que igualmente al toro le esperará otra muerte más atroz: la del matadero.
Es lamentable la intoleracia hacia los aficionados al verdadero toreo de siempre, y que no se respeten las libertades individuales en las que no se le obliga a nadie a ir a ver una corrida (que encima es pagada por el espectador), en unos momentos de crisis, de la que se dice que la prohibición de las corridas supondrá para la Generalitat una pérdida de ingresos de 400 millones de euros, todo un pastón que es muy necesario para gastarlo en las muchas necesidades sociales existentes, pues sólo ese dinero supondrían cientos de nuevas escuelas en mejores condiciones de calidad. Además la única forma de que desaparezcan las corridas y los toreros es que la gente no vaya, pero la realidad es que sigue existiendo una inmensa mayoría de gente a la que le apasiona, y por esa sóla razón debería de respetarse. Supongo que la polémica de los toros seguirá todavía dando mucho de lo que hablar.
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