lunes, 26 de enero de 2009

DIAS DE FIEBRES E INSOMNIOS FEBRILES

El pasado viernes, a partir de la tarde empecé a sentirme mal. Llegué a casa del trabajo y pude comprobar que tenía fiebre. Luego pasaría una mala noche de insomnio aguantando 40 grados de fiebre. Al día siguiente la fiebre continuaría, aunque remitiendo un poco: tuve una media de 38,5 en las varias veces que me lo comprobé. La noche siguiente no seria mejor: otra mala noche de insomnio con una media de 39,5 de fiebre. Ya el domingo, continué todo el día con fiebre: una media de 39 grados durante prácticamente todo el día, aunque ya entrada la noche la fiebre me bajó y empecé a sentir cierto alivio después de aguantar tanto malestar. Es complicado dormir bien y descansar cuando se tiene fiebre. Hoy, el lunes 26 de enero de 2009, aunque me ha bajado la fiebre, y en algunos momentos tengo alguna pequeña subida, he visitado a mi médico de cabecera, que tras un examen, afortunadamente ha podido decirme que mi respiración está bien y que la presión la tengo bien por el momento, y que lo que se trata es de una gripe. Me siento desgastado físicamente, aunque con algunas fuerzas para poder escribir, puesto que escribir es una actividad que requiere muy poco esfuerzo y es bastante entretenido. No hay nada para combatir el aburrimiento como escribir.

He pasado unos días muy malos, y de mucho sufrimiento, y de algo parecido lo recuerdo de hace unos 20 años, cuando pillé otra gripe de fiebre constante. Las otras veces que he tenido fiebre, no han solido durar más de un día, pero esta vez han sido tres días ininterrumpidos, demasiado para lo que estaba acostumbrado. Me sentía que no había manera de salirme de este malestar intenso que se apoderaba de mí, y que no podía sacarme de encima, y aunque me iba mentalizando de que era algo pasajero en el cual tienes que pasar, se me hacia inevitable acordarme de Dios, y pedirle: “Señor, estoy mal, ayúdame”. Y es curioso que cuando más te acuerdas de Dios es cuando estás muy mal, o cuando te encuentras con dificultades que te desbordan. Era consciente de que aparentemente era de naturaleza fuerte, en aparente buena forma física, y que por ello tenía mayor capacidad de soportar y sufrir la enfermedad. Y me estaba preguntando: ¿y aquellos que son más flojos que yo, cómo aguantan, hasta dónde puede llegar su intensidad de sufrimiento?. Se dice que la frontera de los 42 grados de fiebre es muy próxima a la muerte, y me preguntaba: ¿qué se hubiera sentido de acercarme ahí?. Y siendo una gripe, de la cual se dice que en su momento produjo más muertos que los que produjo la Primera Guerra Mundial, por allí en el año 1918, ¿si yo me hubiera encontrado en 1918, me hubiera muerto?. Todo eso da de pensar en lo fácilmente expuestos que estamos a las enfermedades cuando menos lo esperamos, y que tenemos que ser solidarios y pacientes hacia aquellos que las padecen, porque cuando estás totalmente sano, es muy fácil olvidarte de cuando estabas enfermo, y más difícil comprender a aquellos que padecen enfermedades. En algún momento me vino a la cabeza aquel diálogo de Luke Sywalker con Obi Wan Kenoby (de la Guerra de las Galaxias), en el libro no en la película, en la que el maestro jedi le dice al discípulo: “somos seres luminosos, no esta materia tosca”. El cuerpo es materia expuesta a los sufrimientos, al deterioro, a la enfermedad, al desgaste, al envejecimiento,….pero nos queda la otra parte luminosa, la que con la edad nos permite conocernos más a nosotros mismos.

En el momento de escribir eso, no sé cómo dormiré esta noche, pues la idea de las anteriores, ya me asusta. ¡Alejaos de mi, Parcas!, ¡Alejaos de mí malos espíritus de Pandora!, ¡Enfermedad, márchate!. Dios, devuélvame la salud que me merezco, pero que esto sólo sea así si es tu voluntad. Pero te ruego que escuches los ruegos de tu humilde servidor. Guárdame, Dios.

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