Girona es, desde luego, un lugar horrible donde ir cualquier día entre semana, donde no encuentras aparcamiento en ninguna parte, y con numerosos parkings de pago, que cuestan un riñón, vamos, un atraco a mano armada, que ha hecho del negocio de los parkings una auténtica gallina cuyos huevos ya no son sólo oro, sino más bien de diamante, aprovechándose de los sufridos usuarios que necesitan acudir a la capital para cualquier asunto, aparte de muy importantes molestias para los propios residentes en Girona, que no ven cómo encontrar aparcamiento decente en su propia ciudad.
No estoy muy informado, pero corre la voz de que la famosa vía del tren que atraviesa todo el interior de Girona, construida por Franco (por aquello que se decía tanto de carreteras, como de autopistas, o vías férreas “todos los caminos conducen a Franco”), va a ser derribada, para en su lugar construir algo de zona verde. Decisión escandalosa, y puro disparate. Lo que de verdad necesita Girona, tanto para sus residentes, como por sus visitantes, son amplias zonas de aparcamiento, que además descongestionen su excesivamente saturado tráfico. Y el espacio de la vía del tren que atraviesa la ciudad, si ahora pudiera aprovecharse la oportunidad, podría condicionarse para una futura utilidad de espacio para aparcamientos, tanto en su parte superior, como por debajo de la vía misma.
Esa vía del tren, que tiene la forma de un largo y kilométrico puente sostenido por robustas columnas en forma de pilares, se había construido en la llamada época gris de Girona, porque siendo gris la estructura de hormigón, dio un tinte algo más gris a la Ciudad, en aquella época de tranquilo aburrimiento en la que cualquier hijo de vecino, podía dejar su añorado SEAT 600 a cubierto, aparcándolo bajo el paraguas gris de la vía de Franco. Y ahora quieren derribar el recuerdo más gris que nos queda en Girona.
Construyendo varias rampas para llegar a la parte superior de la vía, y condicionarla para que tanto encima como debajo de la mencionada vía-puente, podrían crearse miles de necesarias plazas de aparcamiento, que es lo que de verdad agradecerían tanto residentes como visitantes de Girona, convirtiendo la Inmortal Ciudad en un lugar más agradable, tanto para quien vive, como para quien está de paso.
Pero parece que nadie ve en la vía del tren la solución a la crónica y cada vez peor falta de aparcamientos, y que finalmente será derribada, para negocio de unos pocos, que se llenaran bien llenos los bolsillos, y a quienes no les interesa conservar la vía de Franco. Si Franco resucitara os preguntaría a los gerundenses: “pero…¿qué habéis hecho con mi vía?”.
Pero por fortuna, yo no resido en Girona, y como a nadie parece preocuparle cómo solucionar en serio el problema de los aparcamientos, se la dejo para que sigan haciendo lo que les dé la gana a aquellos políticos y aprovechados que hacen de ella ese gran negocio que, a base de parkings de pago, zonas azules, grúas y multas, les permite decir de la Inmortal Ciudad, aquel famoso slogan de “Girona me enamora”. Porque eso sí es verdad: Girona enamora, sobretodo a aquellos que a costa de ella se llenan sustanciosamente sus bolsillos, como seguramente sabrá cierto conseller de Política Territorial y Obras Públicas, que durante un tiempo representó a la Inmortal Ciudad como máxima autoridad local, y que sabe que las obras públicas son la mejor actividad política que hace que se enriquezcan los listos aprovechados de siempre. Las máquinas no sólo derriban estructuras, llenan los camiones de runas, o abren agujeros, sino que teóricamente también llenan de miles de millones las arcas acorazadas de los empresarios maquinistas que pueden obtener beneficios de promedio un 200% como sabemos los que hemos trabajado en el ramo de la construcción, y en algunos casos superior al 400%, puesto que entre ellos hacen pactos mafiosos que inflan los presupuestos de obras que pagan los organismos públicos a costa de los contribuyentes, y que nunca son dados a aclarar los políticos sobre su verdadero coste.
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