lunes, 26 de enero de 2009
LOS TIPOS DE INTERÉS Y LA SOLUCIÓN A LA CRISIS ECONOMICA
Hace tiempo que estamos inmersos en un proceso de crisis económica, en la que estoy viendo que los políticos no hacen más que tomar medidas torpes, y los analistas haciendo comentarios de todos los colores, pero nadie habla con claridad de soluciones que es lo que de verdad hace falta saber. Así que no me queda más remedio que proponer de modo resumido lo que pienso que ha de ser la receta ideal para salir de la crisis.
En primer lugar, la bajada de los tipos de interés ha sido una decisión tremendamente equivocada. Si en principio la subida de tipos sirvió para frenar la especulación, ahora se ha demostrado que la bajada no ha servido para la recuperación de la demanda inmobiliaria en una economía como la española en la cual la construcción era la locomotora de arrastre.
Los tipos de interés deberían de estar al fijo del 5%-6%, ni más ni menos, porque la economía para moverse precisa de los créditos, y como los créditos proceden del ahorro, si no hay recompensa para el ahorro, no hay ahorro ni se fomenta el ahorro mismo. Recuerdo que con Calvo Sotelo, con las Obligaciones del Estado que podías suscribir hasta entre 10 y 15 años, te daban un 16% de interés, algo que ya quisieran para sí muchos ahorradores (pero hay que tener en cuenta que en aquellos momentos, la inflación incluso superaba los réditos). Y ahora con unos tipos de interés entre el 2% y el 0% al que vamos camino, sólo nos llevará a que, aparte de lo malo de las retenciones que se aplican a las plusvalías, a que no valga la pena tener dinero ahorrado en los bancos. La gente guardará su dinero debajo de la teja, o en su caja fuerte de su casa, cuando no en un paraíso fiscal quien pueda permitirselo, de modo que circulará aún más el dinero negro, y con ello un estímulo para la economía sumergida en esa sociedad que de alguna manera precisa sobrevivir. Japón es un país, cuyo caso deberíamos de mirar: estalló la burbuja inmobiliaria a finales de los años 80, y de la cual unos 20 años después todavía no se ha recuperado. Desde entonces, la política del gobierno japonés fue la de aplicar bajos tipos de interés, hasta llegar casi al nivel cero, para que se estimulara y se recuperara la economía, pero lleva años de estancamiento y con una Bolsa muy floja, que se afloja más que no se relanza desde hace ya varios años. ¿Ahora volveremos a caer en el mismo error que los nipones?. No aprendemos de la Historia. En mi opinión, el tipo de interés debe de ser siempre fijo, y fijado por ley, para dar confianza absoluta a los inversores y seguir con ello unas seguras reglas de juego iguales para todos. No debe de ser demasiado alto que fomente la usura y la desinversión, ni demasiado bajo que tampoco fomente el ahorro. Un 5% sería un tipo de interés razonable y bueno para todos.
El segundo paso, dar a todos los ciudadanos una pensión, y nada de “discriminaciones positivas” o cosas por el estilo. O todos cobran lo mismo e igual, o nada para nadie. Los antiguos gobernantes romanos daban a sus ciudadanos una porción mensual de pan, aceite y carne, para su alimentación (aparte de entradas gratuitas al circo y al teatro), y de ese modo se evitaban los problemas que conllevaban la miseria: revueltas callejeras, robos, asesinatos, etc… En el mundo de hoy día, una familia donde todos sus miembros están sin trabajo, y sin dinero, es algo que no debería de tolerarse. ¿Cuándo aprenderemos de la política social de los antiguos romanos?. Y de aquí insisto en la necesidad de esa pensión para todos, que cubra sus necesidades básicas de un modo mínimamente digno. En esos momentos sobran proyectos faraónicos con el que se gastan muchos miles de millones de euros, que más bien harían en dirigirse a pensiones para todos. He aquí la responsabilidad el gobernante: es inmoral que tipos como Zapatero o Montilla se gasten miles de millones de euros en obras faraónicas a costa del contribuyente, y no sepan repartir el dinero entre los que realmente han sido afectados por la crisis. Las clases sociales existirán siempre, y nadie ha de estar obligado a trabajar, pero quien quiera tener más dinero, que se lo sude y trabaje, aparte del complemento de la pensión que ha de aportar el Estado. Si cribamos bien las cuentas del presupuesto del Estado, nos daríamos cuenta de que sí es posible que cada español pueda tener una pensión. Con eso resolvemos la mitad de la crisis, que ya es mucho.
El tercer paso, es la eliminación progresiva de los impuestos. Los impuestos, aunque algunos los consideren necesarios, son siempre malos para un país: fomentan el despilfarro, la corrupción, la picaresca,…y hace que el país sea menos libre porque….¿qué ciudadano se siente libre, si está obligado a pagar toda esta sarta de impuestos?. Los impuestos sólo hacen que una parte del país se convierta en la parásita sanguijuela que chupa a la otra parte, y eso no puede ser nada bueno para un país.
Y por último, cuando se haya logrado todo lo demás expuesto arriba, y se tengan claro las reglas del juego entre todos, lo único que tienen que hacer los que tienen dinero (que son muchos, y tienen muchísimo) es ponerlo a circular, es decir, por ejemplo: hacer obras en su vivienda, renovar su mobiliario, consumir libros, comprarse ropa, cambiarse el coche, salir el fin de semana a cenar al restaurante,…., en fin, se trata de gastar, para que el dinero vuelva a circular y con ellos todos se beneficien, creando de nuevo otra situación de pleno empleo para todos, donde todos pueden ganar, gastar y ahorrar.
En primer lugar, la bajada de los tipos de interés ha sido una decisión tremendamente equivocada. Si en principio la subida de tipos sirvió para frenar la especulación, ahora se ha demostrado que la bajada no ha servido para la recuperación de la demanda inmobiliaria en una economía como la española en la cual la construcción era la locomotora de arrastre.
Los tipos de interés deberían de estar al fijo del 5%-6%, ni más ni menos, porque la economía para moverse precisa de los créditos, y como los créditos proceden del ahorro, si no hay recompensa para el ahorro, no hay ahorro ni se fomenta el ahorro mismo. Recuerdo que con Calvo Sotelo, con las Obligaciones del Estado que podías suscribir hasta entre 10 y 15 años, te daban un 16% de interés, algo que ya quisieran para sí muchos ahorradores (pero hay que tener en cuenta que en aquellos momentos, la inflación incluso superaba los réditos). Y ahora con unos tipos de interés entre el 2% y el 0% al que vamos camino, sólo nos llevará a que, aparte de lo malo de las retenciones que se aplican a las plusvalías, a que no valga la pena tener dinero ahorrado en los bancos. La gente guardará su dinero debajo de la teja, o en su caja fuerte de su casa, cuando no en un paraíso fiscal quien pueda permitirselo, de modo que circulará aún más el dinero negro, y con ello un estímulo para la economía sumergida en esa sociedad que de alguna manera precisa sobrevivir. Japón es un país, cuyo caso deberíamos de mirar: estalló la burbuja inmobiliaria a finales de los años 80, y de la cual unos 20 años después todavía no se ha recuperado. Desde entonces, la política del gobierno japonés fue la de aplicar bajos tipos de interés, hasta llegar casi al nivel cero, para que se estimulara y se recuperara la economía, pero lleva años de estancamiento y con una Bolsa muy floja, que se afloja más que no se relanza desde hace ya varios años. ¿Ahora volveremos a caer en el mismo error que los nipones?. No aprendemos de la Historia. En mi opinión, el tipo de interés debe de ser siempre fijo, y fijado por ley, para dar confianza absoluta a los inversores y seguir con ello unas seguras reglas de juego iguales para todos. No debe de ser demasiado alto que fomente la usura y la desinversión, ni demasiado bajo que tampoco fomente el ahorro. Un 5% sería un tipo de interés razonable y bueno para todos.
El segundo paso, dar a todos los ciudadanos una pensión, y nada de “discriminaciones positivas” o cosas por el estilo. O todos cobran lo mismo e igual, o nada para nadie. Los antiguos gobernantes romanos daban a sus ciudadanos una porción mensual de pan, aceite y carne, para su alimentación (aparte de entradas gratuitas al circo y al teatro), y de ese modo se evitaban los problemas que conllevaban la miseria: revueltas callejeras, robos, asesinatos, etc… En el mundo de hoy día, una familia donde todos sus miembros están sin trabajo, y sin dinero, es algo que no debería de tolerarse. ¿Cuándo aprenderemos de la política social de los antiguos romanos?. Y de aquí insisto en la necesidad de esa pensión para todos, que cubra sus necesidades básicas de un modo mínimamente digno. En esos momentos sobran proyectos faraónicos con el que se gastan muchos miles de millones de euros, que más bien harían en dirigirse a pensiones para todos. He aquí la responsabilidad el gobernante: es inmoral que tipos como Zapatero o Montilla se gasten miles de millones de euros en obras faraónicas a costa del contribuyente, y no sepan repartir el dinero entre los que realmente han sido afectados por la crisis. Las clases sociales existirán siempre, y nadie ha de estar obligado a trabajar, pero quien quiera tener más dinero, que se lo sude y trabaje, aparte del complemento de la pensión que ha de aportar el Estado. Si cribamos bien las cuentas del presupuesto del Estado, nos daríamos cuenta de que sí es posible que cada español pueda tener una pensión. Con eso resolvemos la mitad de la crisis, que ya es mucho.
El tercer paso, es la eliminación progresiva de los impuestos. Los impuestos, aunque algunos los consideren necesarios, son siempre malos para un país: fomentan el despilfarro, la corrupción, la picaresca,…y hace que el país sea menos libre porque….¿qué ciudadano se siente libre, si está obligado a pagar toda esta sarta de impuestos?. Los impuestos sólo hacen que una parte del país se convierta en la parásita sanguijuela que chupa a la otra parte, y eso no puede ser nada bueno para un país.
Y por último, cuando se haya logrado todo lo demás expuesto arriba, y se tengan claro las reglas del juego entre todos, lo único que tienen que hacer los que tienen dinero (que son muchos, y tienen muchísimo) es ponerlo a circular, es decir, por ejemplo: hacer obras en su vivienda, renovar su mobiliario, consumir libros, comprarse ropa, cambiarse el coche, salir el fin de semana a cenar al restaurante,…., en fin, se trata de gastar, para que el dinero vuelva a circular y con ellos todos se beneficien, creando de nuevo otra situación de pleno empleo para todos, donde todos pueden ganar, gastar y ahorrar.
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