miércoles, 19 de agosto de 2009
PÓCIMA CASERA NATURAL
Para que no se me olvide ni pierda, quiero dejar constancia en mi blog sobre una bebida que se supone te devuelve la salud, cuando no te queda otra cosa.
Mi padre, hijo de una familia de campesinos, nació justamente cuando acababa de estallar la Guerra Civil Española, y fue el mayor de 6 hermanos (de los cuales murió uno), que al crecer en la postguerra tuvo que trabajar muy tempranamente día a día, sin descanso, hasta el límite del agotamiento. Recuerdo que cuando yo era un niño sólo que un poco crecidito, cuando mi padre apenas no comía, estaba muy agotado o se sentía mal, solía beber un brebaje compuesto de lo siguiente: un vaso de leche pura de vaca, en la que se echaba un huevo de gallina, y tres cucharas de miel. Se batía bien hasta que se formaba una espuma arriba, y luego se echaba dentro de una jarra, que se le echaba a la vez, la misma cantidad de vino del anterior vaso, que le daba un aspecto rosado a la bebida con con la capa amarilla de la espuma. Es importante que sepáis que no se debe de añadir el vino antes de batirlo, porque no se formaría la bonita espuma amarilla. Y si lo podéis echar en una jarra de vidrio, mejor, pues disfrutareis del bonito color rosado, con la bien formada espuma amarilla en la parte superior.
Se decía que era el mejor reconfortante, que yo una vez también bebí, cuando me sentía mal y no quería comer. Recuerdo el suave sabor agri-dulce, que hasta incluso a pequeños sorbos encontraba algo gustosa la bebida. Desde entonces, supongo que con la llegada de los médicos y al Seguridad Social, la práctica de usar el remedio casero quedó olvidada, y desde entonces nunca he vuelto a probar, pasando ya unos 40 años.
No obstante, por si algún día tengo necesidad, o alguien quiere probarla, aquí la dejo descrita para que quede para la posterioridad. Un consejo: usad leche natural de vaca, vino del más natural, y la gallina, por supuesto que sea de payés, con un huevo de los buenos. Dicen que si no puede curar del todo, por lo menos tiene la propiedad de poder mantenerte vivo y algo más saludable.
Mi padre, hijo de una familia de campesinos, nació justamente cuando acababa de estallar la Guerra Civil Española, y fue el mayor de 6 hermanos (de los cuales murió uno), que al crecer en la postguerra tuvo que trabajar muy tempranamente día a día, sin descanso, hasta el límite del agotamiento. Recuerdo que cuando yo era un niño sólo que un poco crecidito, cuando mi padre apenas no comía, estaba muy agotado o se sentía mal, solía beber un brebaje compuesto de lo siguiente: un vaso de leche pura de vaca, en la que se echaba un huevo de gallina, y tres cucharas de miel. Se batía bien hasta que se formaba una espuma arriba, y luego se echaba dentro de una jarra, que se le echaba a la vez, la misma cantidad de vino del anterior vaso, que le daba un aspecto rosado a la bebida con con la capa amarilla de la espuma. Es importante que sepáis que no se debe de añadir el vino antes de batirlo, porque no se formaría la bonita espuma amarilla. Y si lo podéis echar en una jarra de vidrio, mejor, pues disfrutareis del bonito color rosado, con la bien formada espuma amarilla en la parte superior.
Se decía que era el mejor reconfortante, que yo una vez también bebí, cuando me sentía mal y no quería comer. Recuerdo el suave sabor agri-dulce, que hasta incluso a pequeños sorbos encontraba algo gustosa la bebida. Desde entonces, supongo que con la llegada de los médicos y al Seguridad Social, la práctica de usar el remedio casero quedó olvidada, y desde entonces nunca he vuelto a probar, pasando ya unos 40 años.
No obstante, por si algún día tengo necesidad, o alguien quiere probarla, aquí la dejo descrita para que quede para la posterioridad. Un consejo: usad leche natural de vaca, vino del más natural, y la gallina, por supuesto que sea de payés, con un huevo de los buenos. Dicen que si no puede curar del todo, por lo menos tiene la propiedad de poder mantenerte vivo y algo más saludable.
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