jueves, 7 de enero de 2010

LOS CARBURANTES Y EL DÓLAR

Es complicado entender de economía, pues ni los mismos economistas aciertan sobre las marchas de la economía, pues, por ejemplo, no es normal que el euro sea una moneda fuerte, y el dólar una moneda débil, cuando la economía de Estados Unidos está en condiciones de ser más competitiva que la de Europa que ha de soportar mayores rigideces impositivas. No obstante hay un elemento de la vida cotidiana que nos toca muy de cerca: el llenado del depósito de nuestro vehículo.

El combustible rey de hoy por hoy, siguen siendo los hidrocarburos derivados del petróleo. Esos se extraen de los pozos petrolíferos, se refinan, se acumulan almacenados en depósitos, y se destinan a las estaciones de servicio para su posterior consumo.

Pero hay algo clave: prácticamente todas las petroleras del mundo exigen su pago en dólares, moneda de Estados Unidos, y moneda de influencia en todo el continente americano, y buena parte de Asia y África.

Cuando nació el euro, partió de una paridad equilibrada de que un euro tendría aproximadamente el mismo valor de un dólar. Hoy en día, un euro vale 1,43 dólares con tendencia a aproximarse a los 1,50 dólares como ya lo rozó el año pasado, lo que significa que el dólar está muy barato, y que viajar o comprar a países de área de influencia del dólar, sale muy barato para un país por donde la moneda de curso legal es el euro. Dándose la circunstancia de que la factura del petróleo la pagamos en dólares, nos sale muy barato su compra. Teniendo en cuenta, además, que si acudimos a los mercados petrolíferos, para saber la cotización de su precio (Barril de Brent, Barril de Texas, precio fijado por la OPEP, etc..), veremos que a causa de la crisis económica, y con ello la bajada de la demanda de carburante, y la acumulación de los grandes stocks de combustible depositados, han tenido que ir bajando los precios del crudo para poder dar salida al mercado a esos stocks, y para poder seguir dando trabajo a los perforadores y extractores de pozos de petróleo, que como otras empresas cualquieras lógicamente persiguen obtener ganancias. Dicho en otras palabras: que con un dólar muy barato, y con la bajada de los precios petrolíferos, nos debería de salir mucho más barato llenar el depósito: como media entre un 40 y un 50%, y en algunos casos hasta mucho más que eso. Y sin embargo no es así,...¿por qué?,...pues porque es una de las principales fuentes de recaudación del gobierno, y un claro engaño a la ciudadanía, pues cada vez que el dólar es más barato, o baja el precio del petróleo, no se traslada esa rebaja al precio que pagamos en llenar el depósito, como se supone que debería de seguir en ese mercado que impera la ley natural de la oferta y la demanda. La diferencia en positivo, termina yendo a las arcas del gobierno para financiar ese voraz apetito de despilfarro al que nos tiene acostumbrados desde hace ya bastante tiempo. Claro que el verdadero coste de la gasolina es una cantidad muy pequeña de lo que pagamos por litro, mientras que la mayor parte de lo que pagamos por litro, es lo que se paga al gobierno en concepto de impuestos. Por ello el gobierno recauda en función de los litros de gasolina que llenamos el depósito, y visto de esta manera, muy poco le interesan los cambios a por otras energías alternativas. Por esas razones ocurre que el precio de la gasolina casi nunca baja, pero casi siempre sube; y es porque ese dinero va a parar a manos de este Estado cada vez más grande y caro que tenemos. Pues lo verdaderamente caro, no son el precio de las cosas que habitualmente consumimos, sino el Estado con toda su gama de impuestos, sobretodo en los de necesidad habitual (que por si fuera poco, el próximo verano subirá el I.V.A.). Tenemos uno de los Estados más caros e ineficaces del mundo. Así que, por ejemplo, siempre hay que estar pagando más por la gasolina, a cambio de menos kilómetros,....y de menos de todo. La gasolina, pues, es uno de los reflejos de la política fiscal del gobierno, y la mejor prueba de cómo nos están engañando a todos.

Ahora bien, hay que tener presente que en un entorno de crisis económica en la que muchísima gente ha perdido el trabajo, miles de empresas están en la cuerda floja con el riesgo de cerrar, y el déficit público se ha disparado a unos límites escandalosos, cabe un peligro muy serio: que el dólar suba de precio para equipararse al mismo precio que el euro ( teóricamente así debería de hacerlo a largo plazo, dado que el sistema competitivo norteamericano es mejor que el europeo –que ese último es más rígido debido a sus numerosas exigencias y normativas legales del tipo “hecha la ley, hecha la trampa”-), y que la salida de la crisis del resto de los países provoque una nueva demanda de más petróleo que vuelva a hacer subir el precio del crudo. Por desgracia, nuestra España, al ser un país que ha hecho tarde y mal los deberes, será también de los últimos países que saldrán de la crisis, si es que llega a salir. Esa subida del dólar, y esa subida del precio del carburante, trasladaría una brutal subida al precio que pagamos por llenar el depósito, que a su vez generaría una subida general de los precios de todo aquello que requiere transporte, y que es casi todo, con la consiguiente inflación que conllevaría, con gravísimo daño a nuestra economía (que ya está bastante mal) subiendo aún más el paro y la pobreza , el coste de la vida, y la ya escandalosa deuda del Estado que si no se remedia a tiempo, podría llegar al punto de volverse crónica y que al final tengan que pagarse intereses de la deuda por muchísimo tiempo, sin poder destinar dinero a finalidades que de verdad son necesarias para el país. Esto es un riesgo muy serio que corremos, y del cual habría que tomar medidas, que a mi juicio deberían de pasar por una reforma fiscal que eliminara los impuestos, y con ello los gastos innecesarios y despilfarrantes que no fomentan los valores del trabajo y las condiciones idóneas para los emprendedores, que son los que de verdad pueden crear riqueza y puestos de trabajo para nuestro país; y por la búsqueda de nuevos recursos energéticos que nos libraran de la dependencia del petróleo. Los políticos, como nos tienen acostumbrados, frente a los posibles problemas que se nos avecinan, permanecen dormidos e indiferentes, y en cuanto aparecen, la primera medida que se les ocurre es subirse su propio sueldo.

Es un aviso de que el peligro está ahí, y cabe estar preparados. Por otra parte, dado lo barato del dólar y lo bajísimos que están aquí los tipos de interés, se recomienda destinar parte de los ahorros en esa moneda, que a largo plazo ha de ser como paraguas de la “catástrofe económica” que se nos avecina, cuando el dólar empiece a equipararse de nuevo con el valor iniciar que tenía en relación con el euro. En este pasado año 2009, el dólar ha costado aproximadamente un euro con cuarenta y tantos céntimos, y el presente es probable que pueda llegar nuevamente al precio límite psicológico de un euro con cincuenta céntimos; años anteriores costaba entre euro y treinta y tantos céntimos (y aún se consideraba que era demasiado barato). Es posible que siga siendo tremendamente barato, porque de momento a la economía norteamericana de Obama le va bien para sus exportaciones, y mientras la Reserva Federal no se anime a subir los tipos (que por otra parte también le beneficiaria para atraer ahorradores), se prevé que el dólar siga barato por un tiempo; pero no nos engañemos: a largo plazo tiene que subir, porque la economía que de verdad es fuerte, es la del otro lado del Atlántico, y la lógica económica dicta que es destino que sea el euro la que acabe siendo la moneda barata, a no ser que los gobiernos de la zona euro den un golpe de timón en sus economías eliminando progresivamente los impuestos, dando mayor libertad al ciudadano y menor poder al Estado.

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