domingo, 5 de diciembre de 2010
ESPAÑA ENVEJECE
Recuerdo que hace unos 30 años se le hizo una entrevista a Joan Oró, un español de Lérida que como científico había trabajado en el campo de la bioquímica, aparte de que había trabajado también para la NASA (la agencia norteamericana espacial). Y él había manifestado que las personas llegaríamos a vivir un promedio de 140 años, con una nueva alimentación a base de concentrados, una especie de barritas de distintos sabores, donde no faltarán las proteínas vegetales y animales, los hidratos de carbono, las grasas no saturadas, las vitaminas y los minerales,…todo ello de forma equilibrada para lo que el cuerpo humano necesita para su alimentación, y que con una simple bolsa con esas barritas, una personas tendría alimento suficiente para toda una semana, haciendo que el ser humano sea mucho más sano, fuerte, y que viva unos 140 años. O sea, que justo el momento de la jubilación que hoy en día propone el gobierno (67 años, y en algunos países hasta 70 y más años), todavía estamos hechos unos chavales con todas sus facultades. ¿Estaremos preparados para una nueva sociedad donde habitan una inmensa mayoría de personas ya de avanzada edad?
Es inevitable que por ley de vida vamos camino de convertirnos en un país de viejos, con lo que nuestro modo de vida ha de cambiar, y hay que preparar al país para esto. Se prevé que para 2050, dentro de 40 escasos años, por cada jubilado, habrá una persona trabajando, y eso teóricamente significa que con el sistema actual tal como está montado, uno trabaja para mantenerse a sí mismo y al otro. Y si hemos de hacer caso a la profecía de Joan Oró, el caso es que el número de jubilados va a superar ampliamente el número de personas en edad de trabajar tal como lo entendemos hoy en día. Es decir, vamos hacia un nuevo modelo de sociedad donde los que trabajan en el sentido de currar oficialmente, acabarán siendo una minoría aparte, mientras que el resto de la población constituirá lo que hoy en día se entiende por “clase pasiva”. Y en esto me atrevería a decir que más allá del 2050 puede que la fuerza laboral de nuestro país no extrañaría que fuera tan solo el 15 ó 20% de la población.
Mientras Joan Oró profecitaba eso, un ilustre histórico de Convergencia i Unió, Ramón Trias Fargas (que además era economista), casado con la hija del famoso doctor catalán Josep Trueta (que lleva el nombre del más importante hospital público de Girona), se estaba preguntando si a causa de la inmigración por ahí en 2010 (justo el presente año) si no habría un problema de conflictividad racial en Catalunya. Y en esto creo que acertó, aunque está muy camuflada y manipulada la información: existen barrios de algunas ciudades donde los naturales los abandonan porque no pueden integrarse en la cultura y forma de ser de los nuevos extranjeros ahí asentados. Y hago referencia a ello, porque durante todos estos años mucha gente ha creído que la inmigración iba a solucionar el problema del envejecimiento del país, pero la realidad ha terminado siendo otra.
En realidad, la inmigración no soluciona los problemas, sino que los complica. Cuanta más inmigración, poco a poco se va formando un país con ausencia de patriotismo, es decir, amor a la patria (que patria quiere decir “tierra del padre” sea de sangre o adoptante). Y la Historia nos muestra que un país es seguro y bien defendido cuando allí viven sus naturales porque lo aman o se sienten continuación de sus raíces familiares, pero que se corrompe y termina siendo foco de conflictividad cuando lo ocupan otras gentes de otras mentalidades y culturas (algunas que ni tan siquiera son democráticas ni entienden el concepto de la libertad, aparte de que degrinan la dignidad de las personas, especialmente las mujeres), como se ha visto en la última guerra de Yugoslavia o los ya conocidos conflictos de las periferias de algunas grandes ciudades europeas que cada día van a más, pero que los medios de información tratan de ocultar. Lo que en realidad ha traído la inmigración son más gastos sociales, más problemas de convivencia por distintas mentalidades y religiones, encarecimiento excesivo de los alquileres, menos trabajo a repartir que indirectamente se quita a los nacionales aparte de que también quita los puestos de trabajo a las personas de más edad cuando son tiradas a la calle, nuestros jubilados cobran pensiones de miseria porque la inmigración absorbe buena parte del gasto social aparte de que se encuentran de que el coste de la vida cada día sube más, etc…, y además la inmigración es la causa de los salarios bajos, porque si a ellos recurren los trabajos que los nacionales no desean desempeñar, sin inmigración, y atendiendo a la ley de la oferta y la demanda, el precio del trabajo rechazado sube de cotización hasta que encuentra candidatos del propio país. En nada favorece un país con gente extraña, y por eso los derechos de los ciudadanos legítimos han de ser siempre prioritarios frente a los de los extranjeros que se les conceden algunos a cambio de obligaciones con el país que los acoge. Sólo esa actitud de patriotismo puede hacer un país fuerte y seguro, y con esto quiero decir que la problemática que vislumbraba el profesor Ramón Trias Fargas, ya está aquí. El peligro es que esta inmigración siga incrementándose y nuestro país deje de ser lo que es y se convierta en otro parecido de otro mundo ajeno y con menos libertades más propio de África o de Asia. Es un tema espinoso, con sus consecuencias de dramatismo y de cuestionar los derechos humanos, pero que habría que hacer frente o vamos hacia nuestro propio suicido, por no decir un nuevo modelo de sociedad tensa y corrompida donde el patriotismo adolece, no se progresa, y todo el mundo vive en un ambiente de permanente tensión. ¿Cómo hacemos para que se marchen, vuelvan a sus países, y nos quiten un gran peso de encima?. Pero ese no es el tema de mi artículo de hoy.
Aparte de lo que no habría poder preveído tanto el profesor Trias Fargas como el científico Joan Oró es que en 2010 se encontraría con un país, que aparte de que va envejeciendo, tiene una grave escasez de puestos de trabajo con casi 5 millones de parados, una enorme deuda pública que tiene como hipotecado y atrapado el país, y poco más de la mitad de la población en la incertidumbre y atada a una hipoteca de por vida, aparte del ya de por sí gravísimo problema de la inmigración tanto legal como irregular que ya casi se acerca peligrosamente a poco más del 25% de la población actualmente asentada en España. Ante un panorama así, ¿qué joven se anima a ampliar la familia y traer nuevos españolitos al mundo?.
Nuestro país va envejeciendo y hay que buscar soluciones a los problemas, entre otras cosas porque la vida se nos presenta larga, tal como una vez indicó el mismísimo ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol. Creo que se debería de proponer una jubilación voluntaria, en la que cada cual se jubile a la edad que quiera y que su pensión sea proporcional a las cuotas cotizadas durante todo el tiempo de vida laboral, con otra pensión complementaria igual para todos por parte del Estado que compense y equilibre algo más la pensión. Un modelo distinto al actual en el que cada uno se pague lo suyo como hacen los norteamericanos, con una pequeña aportación del Estado para compensar desequilibrios. Para esto habrá que pensar en buscar recursos con los que financiar las pensiones de las personas que deseen jubilarse. Pensad, por ejemplo, que las pensiones que cobran los jubilados noruegos (que por cierto, son buenas, pues son de unos 3000 euros mensuales), se obtienen en buena parte de los ingresos del petróleo del Mar del Norte que pertenecen a Noruega. En este sentido quiero decir que el estado deberá buscar otras fuentes de financiación, que no sean necesariamente las cotizaciones, como es el caso noruego, que podría ser, por ejemplo, un impuesto sobre el uso de las autopistas. Elaborar un nuevo sistema fiscal orientado en que pague más quien más tiene y puede gastar (nuevas modalidades de impuestos sobre el lujo): por ejemplo: restaurantes de 5 cubiertos, prostíbulos legalizados, impuestos sobre coches de lujo, o vivienda de lujo, loterías, etc… También como se supone que en el futuro habrán más máquinas y avances tecnológicos que harán el trabajo más duro, se podría idear una nueva fiscalidad sobre el trabajo de las máquinas con el que obtener el dinero para necesidades de financiación del Estado, no como ocurre hoy en día en el que se grava a las personas tanto con impuestos como con cotizaciones, en vez de a las máquinas. Por ejemplo, antes una zanja se hacía cavando a pico y pala, y el obrero tenía que pagar impuestos sobre la renta de su trabajo y sus cotizaciones a la seguridad social; hoy en día una zanja lo hace una máquina-retro, con mayor rapidez, menos esfuerzo y menos gasto, y sobre esa máquina habría que caer el peso de la fiscalidad. Pero hay que hacer una fiscalidad bien hecha, que no de lugar a injusticias y a picarescas, y vigilar que el Estado no acabe siendo demasiado intervencionista, porque ya nos dice la experiencia que cuando más intervencionista es el Estado, menos libres son los ciudadanos y más se expande la corrupción y la picaresca. Hay que pensar en una nueva fiscalidad que no grave el trabajo, porque el trabajo será necesario para que pueda competir y generar la riqueza que una nueva sociedad de viejos necesitará, y en la que todo el mundo, independientemente de su edad tendrá que trabajar para procurarse su propio sustento. Y en esta no valdrá ley tipo Pacto de Toledo donde se garantice el diferencial de desvío de la inflación con una paga extra cada inicio de año, puesto que eso no será posible en una sociedad con una amplia mayoría de edad que hoy entendemos como la de estar ya jubilados. Y eso de que hoy en día se complica debido al exceso de personas que ya están como prejubiladas a los 50 y pocos años, subvencionadas con unas prorrogas especiales del subsidio de paro o de pensiones de invalidez, hasta que lleguen oficialmente a la edad de la jubilación, cosa que ha complicado aún más la fuente con la que cual obtener las cotizaciones a la seguridad social para contribuir al sustento de esa gran masa cada vez mayor de jubilados que viven de una pensión del Estado.
Supongo que hará falta una nueva sociedad y un país más humanizado donde todos puedan vivir mejor a pesar de que cada vez habrá más gente con más edad. En este sentido me refiero a que habrá que pensar en hacer planes para descongestionar las grandes ciudades, y hacer nuevos pueblos con viviendas adaptadas a la edad, accesibles, de planta baja con jardín y piscina, donde exista el tiempo libre necesario para hacer ejercicio físico con el que cuidarse, ya que como decía el ex presidente catalán Jordi Pujol (que además había sido médico y banquero), la vida se nos presenta larga. Estoy pensando en un futuro con unos nuevos pueblos o ciudades con amplias zonas verdes, y parques con instrumental para la práctica de la gimnástica, una especie de “campo de Marte” donde los ciudadanos de todas las edades pueden acudir a hacer ejercicio al aire libre. También creo que debido a esa extensa “tercera edad” se habrá que crear más servicios turísticos y de ocio, que no sólo entretienen, sino que además sostienen los puestos de trabajo de los no jubilados.
Supongo que como ya empieza a ocurrir ahora, los viejos se harán cargo de los nietos, mientras los padres van al trabajo. Será una nueva generación lonvega, donde se verá con mucha frecuencia a mayores de más de 80 años, unos con buenas facultades y otra con necesidad de cuidados, que reclamará nuevos servicios sociales de geriatría y asistencia social domiciliada, y con ello la creación de nuevos puestos de trabajo orientados hacia estos servicios.
Creo que profesiones como las de maestro, médico, funcionario, oficinista, empleado de banco, comerciante,… (lo que se entiende el “sector servicios”) se podrían trabajar pasados los 70 y más años, y todo de forma voluntaria, mientras que profesiones duras como las de albañil, minero, pescador, agricultor, (lo que se entiende como “sector primario”…podrían consentirse la libre jubilación a partir de los 50 años con derecho a pensión de retiro, debido al enorme desgaste físico, o bien fomentando el cambio por otra profesión más relajada incentivando a las empresas con bonificaciones fiscales si adoptan esas condiciones de dar esas facilidades de recolocar gente proveniente de profesiones más duras a partir de determinada edad. Por ejemplo, se podrían crear otras nuevas profesiones relacionadas con la telemática o informática (teletrabajo), para los que serían aptos las personas de ya cierta avanzada edad.
El país actualmente está muy mal, y necesita con urgencia una nueva redistribución de la riqueza, y para que se crea riqueza es necesario fomentar los valores del trabajo bien hecho y de la competencia, y no castigarlo con impuestos, la gran lacra de nuestros días. Hay que acabar con la mentalidad de exigirle toda clase de servicios, ayudas y subvenciones al Estado, porque todo servicio o financiación que haya de prestar el Estado a la larga termina saliendo muy caro, ya que hay que pagarlo por otro lado vía impuestos, y como dice el sabio proverbio: “nadie da duros a cuatro pesetas”, y en el caso del Estado cada duro nos puede salir muchísimo más caro que cinco pesetas. Hemos de recuperar la mentalidad del trabajo y que cada cual ha de mantenerse a sí mismo y a su familia, como hacen los americanos, y no esperar que lo haga el Estado porque esto significa que otra persona como ella misma ha de aportar de las ganancias de su trabajo para mantenerlo al anterior. No podemos crear una sociedad de parásitos, sino de ciudadanos útiles y productivos. Por eso es importante no castigar con impuestos a los emprendedores y a las personas que trabajan de verdad, porque son las que ejercen de inercia empujando a los demás. Con la idea de pagar impuestos para mantener a los demás, poca gente estará motivada para trabajar o para prosperar, y a lo sumo sobrevivirán trabajando en negro, ocultando declaraciones, como ya es lógico, normal y natural que ocurra. Además hemos de hacer este cambio, porque hará falta que personas con edades muy avanzadas puedan seguir trabajando y tener esas oportunidades de trabajo, pero con horarios más libremente reducidos.
Como dijo el científico catalán Joan Oró: el futuro será una sociedad donde unos fabrican productos, y otros los venden. Supongo que los más jóvenes fabricarán y ejecutarán, y los más mayores venderán. Supongo que habrá trabajo para cada condición física, y para estimularlo se hará necesario que el gobierno aporte algunas ventajas que estimulen las contrataciones en función de oficios y edades. El caso es que el futuro lo tenemos ya a la puerta de la esquina, aunque los malos políticos que tenemos sólo piensan en sacarle partido a lo presente, sobretodo para solucionar su vida, no la de los cuidadanos. Vamos camino a convertirnos en un país de viejos, y no podemos consentir que se convierta en aquello de “a la vejez, viruelas”, sino un país con oportunidades para todas las edades, en la que inevitablemente unos viejos habrán que tener que llevar una vida muy austera midiendo mucho sus gastos con la pensión mínima que les otorgue el Estado yendo al “hogar del jubilado” a jugar a las cartas o a la petanca, y otros viejos que sigan trabajando podrán ser más útiles socialmente y permitirse mejores comodidades.
Por último, para ayudar a reflexionar sobre ese nuevo modelo de sociedad que deberíamos de construir, quisiera que se tuviera presente ese famoso pensamiento de Adrián Rogers, un sacerdote protestante estadounidense, y que con pocas explicaciones condensa una gran verdad:
“”Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, sin recibirlo…
El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.
Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, y eso…mi querido amigo…es el fin de cualquier nación.
“NO SE PUEDE MULTIPLICAR LA RIQUEZA DIVIDIÉNDOLA”. “”
Seguir con el actual modelo social de la España zapaterista, adonde nos puede terminar llevando es hacia el colapso y el caos total cuando el país se quede sin dinero y sin trabajo, y hay que hacer algo para cambiarlo si queremos garantizarnos el futuro.
Es inevitable que por ley de vida vamos camino de convertirnos en un país de viejos, con lo que nuestro modo de vida ha de cambiar, y hay que preparar al país para esto. Se prevé que para 2050, dentro de 40 escasos años, por cada jubilado, habrá una persona trabajando, y eso teóricamente significa que con el sistema actual tal como está montado, uno trabaja para mantenerse a sí mismo y al otro. Y si hemos de hacer caso a la profecía de Joan Oró, el caso es que el número de jubilados va a superar ampliamente el número de personas en edad de trabajar tal como lo entendemos hoy en día. Es decir, vamos hacia un nuevo modelo de sociedad donde los que trabajan en el sentido de currar oficialmente, acabarán siendo una minoría aparte, mientras que el resto de la población constituirá lo que hoy en día se entiende por “clase pasiva”. Y en esto me atrevería a decir que más allá del 2050 puede que la fuerza laboral de nuestro país no extrañaría que fuera tan solo el 15 ó 20% de la población.
Mientras Joan Oró profecitaba eso, un ilustre histórico de Convergencia i Unió, Ramón Trias Fargas (que además era economista), casado con la hija del famoso doctor catalán Josep Trueta (que lleva el nombre del más importante hospital público de Girona), se estaba preguntando si a causa de la inmigración por ahí en 2010 (justo el presente año) si no habría un problema de conflictividad racial en Catalunya. Y en esto creo que acertó, aunque está muy camuflada y manipulada la información: existen barrios de algunas ciudades donde los naturales los abandonan porque no pueden integrarse en la cultura y forma de ser de los nuevos extranjeros ahí asentados. Y hago referencia a ello, porque durante todos estos años mucha gente ha creído que la inmigración iba a solucionar el problema del envejecimiento del país, pero la realidad ha terminado siendo otra.
En realidad, la inmigración no soluciona los problemas, sino que los complica. Cuanta más inmigración, poco a poco se va formando un país con ausencia de patriotismo, es decir, amor a la patria (que patria quiere decir “tierra del padre” sea de sangre o adoptante). Y la Historia nos muestra que un país es seguro y bien defendido cuando allí viven sus naturales porque lo aman o se sienten continuación de sus raíces familiares, pero que se corrompe y termina siendo foco de conflictividad cuando lo ocupan otras gentes de otras mentalidades y culturas (algunas que ni tan siquiera son democráticas ni entienden el concepto de la libertad, aparte de que degrinan la dignidad de las personas, especialmente las mujeres), como se ha visto en la última guerra de Yugoslavia o los ya conocidos conflictos de las periferias de algunas grandes ciudades europeas que cada día van a más, pero que los medios de información tratan de ocultar. Lo que en realidad ha traído la inmigración son más gastos sociales, más problemas de convivencia por distintas mentalidades y religiones, encarecimiento excesivo de los alquileres, menos trabajo a repartir que indirectamente se quita a los nacionales aparte de que también quita los puestos de trabajo a las personas de más edad cuando son tiradas a la calle, nuestros jubilados cobran pensiones de miseria porque la inmigración absorbe buena parte del gasto social aparte de que se encuentran de que el coste de la vida cada día sube más, etc…, y además la inmigración es la causa de los salarios bajos, porque si a ellos recurren los trabajos que los nacionales no desean desempeñar, sin inmigración, y atendiendo a la ley de la oferta y la demanda, el precio del trabajo rechazado sube de cotización hasta que encuentra candidatos del propio país. En nada favorece un país con gente extraña, y por eso los derechos de los ciudadanos legítimos han de ser siempre prioritarios frente a los de los extranjeros que se les conceden algunos a cambio de obligaciones con el país que los acoge. Sólo esa actitud de patriotismo puede hacer un país fuerte y seguro, y con esto quiero decir que la problemática que vislumbraba el profesor Ramón Trias Fargas, ya está aquí. El peligro es que esta inmigración siga incrementándose y nuestro país deje de ser lo que es y se convierta en otro parecido de otro mundo ajeno y con menos libertades más propio de África o de Asia. Es un tema espinoso, con sus consecuencias de dramatismo y de cuestionar los derechos humanos, pero que habría que hacer frente o vamos hacia nuestro propio suicido, por no decir un nuevo modelo de sociedad tensa y corrompida donde el patriotismo adolece, no se progresa, y todo el mundo vive en un ambiente de permanente tensión. ¿Cómo hacemos para que se marchen, vuelvan a sus países, y nos quiten un gran peso de encima?. Pero ese no es el tema de mi artículo de hoy.
Aparte de lo que no habría poder preveído tanto el profesor Trias Fargas como el científico Joan Oró es que en 2010 se encontraría con un país, que aparte de que va envejeciendo, tiene una grave escasez de puestos de trabajo con casi 5 millones de parados, una enorme deuda pública que tiene como hipotecado y atrapado el país, y poco más de la mitad de la población en la incertidumbre y atada a una hipoteca de por vida, aparte del ya de por sí gravísimo problema de la inmigración tanto legal como irregular que ya casi se acerca peligrosamente a poco más del 25% de la población actualmente asentada en España. Ante un panorama así, ¿qué joven se anima a ampliar la familia y traer nuevos españolitos al mundo?.
Nuestro país va envejeciendo y hay que buscar soluciones a los problemas, entre otras cosas porque la vida se nos presenta larga, tal como una vez indicó el mismísimo ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol. Creo que se debería de proponer una jubilación voluntaria, en la que cada cual se jubile a la edad que quiera y que su pensión sea proporcional a las cuotas cotizadas durante todo el tiempo de vida laboral, con otra pensión complementaria igual para todos por parte del Estado que compense y equilibre algo más la pensión. Un modelo distinto al actual en el que cada uno se pague lo suyo como hacen los norteamericanos, con una pequeña aportación del Estado para compensar desequilibrios. Para esto habrá que pensar en buscar recursos con los que financiar las pensiones de las personas que deseen jubilarse. Pensad, por ejemplo, que las pensiones que cobran los jubilados noruegos (que por cierto, son buenas, pues son de unos 3000 euros mensuales), se obtienen en buena parte de los ingresos del petróleo del Mar del Norte que pertenecen a Noruega. En este sentido quiero decir que el estado deberá buscar otras fuentes de financiación, que no sean necesariamente las cotizaciones, como es el caso noruego, que podría ser, por ejemplo, un impuesto sobre el uso de las autopistas. Elaborar un nuevo sistema fiscal orientado en que pague más quien más tiene y puede gastar (nuevas modalidades de impuestos sobre el lujo): por ejemplo: restaurantes de 5 cubiertos, prostíbulos legalizados, impuestos sobre coches de lujo, o vivienda de lujo, loterías, etc… También como se supone que en el futuro habrán más máquinas y avances tecnológicos que harán el trabajo más duro, se podría idear una nueva fiscalidad sobre el trabajo de las máquinas con el que obtener el dinero para necesidades de financiación del Estado, no como ocurre hoy en día en el que se grava a las personas tanto con impuestos como con cotizaciones, en vez de a las máquinas. Por ejemplo, antes una zanja se hacía cavando a pico y pala, y el obrero tenía que pagar impuestos sobre la renta de su trabajo y sus cotizaciones a la seguridad social; hoy en día una zanja lo hace una máquina-retro, con mayor rapidez, menos esfuerzo y menos gasto, y sobre esa máquina habría que caer el peso de la fiscalidad. Pero hay que hacer una fiscalidad bien hecha, que no de lugar a injusticias y a picarescas, y vigilar que el Estado no acabe siendo demasiado intervencionista, porque ya nos dice la experiencia que cuando más intervencionista es el Estado, menos libres son los ciudadanos y más se expande la corrupción y la picaresca. Hay que pensar en una nueva fiscalidad que no grave el trabajo, porque el trabajo será necesario para que pueda competir y generar la riqueza que una nueva sociedad de viejos necesitará, y en la que todo el mundo, independientemente de su edad tendrá que trabajar para procurarse su propio sustento. Y en esta no valdrá ley tipo Pacto de Toledo donde se garantice el diferencial de desvío de la inflación con una paga extra cada inicio de año, puesto que eso no será posible en una sociedad con una amplia mayoría de edad que hoy entendemos como la de estar ya jubilados. Y eso de que hoy en día se complica debido al exceso de personas que ya están como prejubiladas a los 50 y pocos años, subvencionadas con unas prorrogas especiales del subsidio de paro o de pensiones de invalidez, hasta que lleguen oficialmente a la edad de la jubilación, cosa que ha complicado aún más la fuente con la que cual obtener las cotizaciones a la seguridad social para contribuir al sustento de esa gran masa cada vez mayor de jubilados que viven de una pensión del Estado.
Supongo que hará falta una nueva sociedad y un país más humanizado donde todos puedan vivir mejor a pesar de que cada vez habrá más gente con más edad. En este sentido me refiero a que habrá que pensar en hacer planes para descongestionar las grandes ciudades, y hacer nuevos pueblos con viviendas adaptadas a la edad, accesibles, de planta baja con jardín y piscina, donde exista el tiempo libre necesario para hacer ejercicio físico con el que cuidarse, ya que como decía el ex presidente catalán Jordi Pujol (que además había sido médico y banquero), la vida se nos presenta larga. Estoy pensando en un futuro con unos nuevos pueblos o ciudades con amplias zonas verdes, y parques con instrumental para la práctica de la gimnástica, una especie de “campo de Marte” donde los ciudadanos de todas las edades pueden acudir a hacer ejercicio al aire libre. También creo que debido a esa extensa “tercera edad” se habrá que crear más servicios turísticos y de ocio, que no sólo entretienen, sino que además sostienen los puestos de trabajo de los no jubilados.
Supongo que como ya empieza a ocurrir ahora, los viejos se harán cargo de los nietos, mientras los padres van al trabajo. Será una nueva generación lonvega, donde se verá con mucha frecuencia a mayores de más de 80 años, unos con buenas facultades y otra con necesidad de cuidados, que reclamará nuevos servicios sociales de geriatría y asistencia social domiciliada, y con ello la creación de nuevos puestos de trabajo orientados hacia estos servicios.
Creo que profesiones como las de maestro, médico, funcionario, oficinista, empleado de banco, comerciante,… (lo que se entiende el “sector servicios”) se podrían trabajar pasados los 70 y más años, y todo de forma voluntaria, mientras que profesiones duras como las de albañil, minero, pescador, agricultor, (lo que se entiende como “sector primario”…podrían consentirse la libre jubilación a partir de los 50 años con derecho a pensión de retiro, debido al enorme desgaste físico, o bien fomentando el cambio por otra profesión más relajada incentivando a las empresas con bonificaciones fiscales si adoptan esas condiciones de dar esas facilidades de recolocar gente proveniente de profesiones más duras a partir de determinada edad. Por ejemplo, se podrían crear otras nuevas profesiones relacionadas con la telemática o informática (teletrabajo), para los que serían aptos las personas de ya cierta avanzada edad.
El país actualmente está muy mal, y necesita con urgencia una nueva redistribución de la riqueza, y para que se crea riqueza es necesario fomentar los valores del trabajo bien hecho y de la competencia, y no castigarlo con impuestos, la gran lacra de nuestros días. Hay que acabar con la mentalidad de exigirle toda clase de servicios, ayudas y subvenciones al Estado, porque todo servicio o financiación que haya de prestar el Estado a la larga termina saliendo muy caro, ya que hay que pagarlo por otro lado vía impuestos, y como dice el sabio proverbio: “nadie da duros a cuatro pesetas”, y en el caso del Estado cada duro nos puede salir muchísimo más caro que cinco pesetas. Hemos de recuperar la mentalidad del trabajo y que cada cual ha de mantenerse a sí mismo y a su familia, como hacen los americanos, y no esperar que lo haga el Estado porque esto significa que otra persona como ella misma ha de aportar de las ganancias de su trabajo para mantenerlo al anterior. No podemos crear una sociedad de parásitos, sino de ciudadanos útiles y productivos. Por eso es importante no castigar con impuestos a los emprendedores y a las personas que trabajan de verdad, porque son las que ejercen de inercia empujando a los demás. Con la idea de pagar impuestos para mantener a los demás, poca gente estará motivada para trabajar o para prosperar, y a lo sumo sobrevivirán trabajando en negro, ocultando declaraciones, como ya es lógico, normal y natural que ocurra. Además hemos de hacer este cambio, porque hará falta que personas con edades muy avanzadas puedan seguir trabajando y tener esas oportunidades de trabajo, pero con horarios más libremente reducidos.
Como dijo el científico catalán Joan Oró: el futuro será una sociedad donde unos fabrican productos, y otros los venden. Supongo que los más jóvenes fabricarán y ejecutarán, y los más mayores venderán. Supongo que habrá trabajo para cada condición física, y para estimularlo se hará necesario que el gobierno aporte algunas ventajas que estimulen las contrataciones en función de oficios y edades. El caso es que el futuro lo tenemos ya a la puerta de la esquina, aunque los malos políticos que tenemos sólo piensan en sacarle partido a lo presente, sobretodo para solucionar su vida, no la de los cuidadanos. Vamos camino a convertirnos en un país de viejos, y no podemos consentir que se convierta en aquello de “a la vejez, viruelas”, sino un país con oportunidades para todas las edades, en la que inevitablemente unos viejos habrán que tener que llevar una vida muy austera midiendo mucho sus gastos con la pensión mínima que les otorgue el Estado yendo al “hogar del jubilado” a jugar a las cartas o a la petanca, y otros viejos que sigan trabajando podrán ser más útiles socialmente y permitirse mejores comodidades.
Por último, para ayudar a reflexionar sobre ese nuevo modelo de sociedad que deberíamos de construir, quisiera que se tuviera presente ese famoso pensamiento de Adrián Rogers, un sacerdote protestante estadounidense, y que con pocas explicaciones condensa una gran verdad:
“”Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, sin recibirlo…
El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.
Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, y eso…mi querido amigo…es el fin de cualquier nación.
“NO SE PUEDE MULTIPLICAR LA RIQUEZA DIVIDIÉNDOLA”. “”
Seguir con el actual modelo social de la España zapaterista, adonde nos puede terminar llevando es hacia el colapso y el caos total cuando el país se quede sin dinero y sin trabajo, y hay que hacer algo para cambiarlo si queremos garantizarnos el futuro.
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4 comentarios:
Saul Dalmau Paris. Ha digo una cosa,,,en el 2050 puede que se de el caso que estemos todos trabajando sin parar,como una cadena,por que si nos tenemos que jubilar a los 67 pues cagate lorito,bueno,,,con el chupoptero de Zpis no sabemos que futuro se nos espera....venga buenos articulos.
Pd:Habeis visto la saga de Mad Max??? Pues me veo una cosa parecida
xDDDDDDDDDDDDDDDDD
....en ambos casos, creo que es ley de naturaleza humana que intentemos sobrevivir. Al menos en la tercera parte de Mad Max, el estúpido ser humano intenta civilizarse de nuevo creando una ciudad donde impera el más puro sistema capitalista de siempre, y en donde la energía se obtiene a partir de la mierda de los cerdos ( a falta de otra cosa, claro, cuando ya no tienen ni gasolina para sus cochazos de aficionado).
Daniel Pérez Clarena
me encantan tus artículos Xavier, sin ánimo de hacerle la pelota, me gustan por dos razones: hablas sobre el futuro (podrías agrupar el artículo sobre el Petroleo, sobre inmigración, Gobierno y otros en una carpeta "mis perspectivas sobreel futuro" y tratas la economía con coherencia y profundidad, como la cita de Adrián Rogers que me recuerda a la Ley de Say que se estudia en economía. También me gustan tus artículos sobre Roma y la Antigüedad.
Me han gustado dos previsiones que haces en el artículo: cuál será el nuevo modelo económico (y de sociedad) y qué nos pasará respecto la inmigración, tener los ojos bien puestos ante la 1a previsión es un paso importante para ser emprendor, usted que fue autónomo (y la crisis le puso fin como a tantos) puede que vuelva algún dia a montar una empresa, viendo que piensa en el pefil de la futura demanda/consumidor; la 2a previsión es más bien una crítica que tantos ciudadanos compartimos y que parece ser que los medios esconden/silencian y que incluso en el mundo intelectual/universitario es tabú: ¿ es viable la inmigración ante la fallida del sistema de pensiones y compatible ante la conservación de nuestra cultura? nos han embaucado (y así es en la universidad que no veo críticas ante esto) en que la inmigración es positiva, que conlleva cotizaciones y que culturalmente le dá color y vitalidad a nuestra sociedad, que la multiculturalización es sana, buena y posible.
Un montón de Idealismo bien empaquetado, que no digo que esté malintencionado, pero es eso, idealismo, teoría hecha, pero no demostrada empíricamente, leeí la obra del polémico neoconservador Samuel Hungtinton (el choque de civilizaciones) y según advierte la sociedades multiculturales son sociedades desfragmentadas sin identidad y con graves conflictos internos entre cada identidad (Turquia, Ioguslávia, África, Oriente Medio...) y predice que los conflictos futuros serán entre civilizaciones/culturas, aunque no creo totalmente en tal autor y soy crítico con su obra recogiéndo la crítica del Nobel Amartya Sen (Identidad y violencia) en que la suposición de identidades conlleva reducir los individuos en una característiaca concreta y rompiéndo las mil características que tenemos nos convertimos en una IDENTIDAD (es decir en un clon), en una generalización de una característica (religión, cultura..) y estamos condenados a enfrentarnos ante lo opuesto o lo que no somos, cuando somos más diversos, tenemos mil características, por ello, la teoria de Hungtinton es peligrosa al crear identidad, pero la multiculturalidad también: de lo que estamos seguros ante tanta teoría es que las experiancies multiculturales no han sido muy positivas, el multiculturalismo sólo ha sido bueno cuando todos los grupos de esa sociedad multicultural gozan de un buen nivel económico, de educación, por el cual la IDENTIDAD desaparece teóricamente, los grupos de esa sociedad dejan de lado la suposición de una característica (religión, p.ej) de sus individuos para convertirse realmente un grupo donde cada individuo tiene mil características, no sólo una en la cual enfrentarse con los que no la tengan, el ejemplo sería Londres, Singapur o Nueva York. Son los ejemplos que dán los defensores del Multiculturalismo donde podemos dar críticas como "son parciales y se localizan en lugares concretos, grandes metrópolis", "sólo ha sido posible el éxito multiculural gracias al elevado nivel de bienestar y económico que gozan tales lugares, pero deberíamos preguntarnos si ante el empobrecimiento de tales lugares y grupos sociales que los habitan resurgiría la IDENTIDAD y por tanto el choque civilizacional o cultura que predice Hungtinton, de aquí que diga "desaparece teóricamente".
Daniel Pérez Clarena
Como no tenemos experiencias seguras y claras de que una sociedad con inmigración tenga un buen futuro debemos empezar a buscar sustitutos de tanto factor trabajo: incremento de la productividad y uso de la robótica (como han querido hacer los japoneses para evitar la inmigración). Estos son nuestro ingredientes. Podemos ser una sociedad envejecida pero con mucha vida. Hay preguntas intersantes en tal futuro, parecidas a "qué es 1o el huevo o la gallina", preguntas de tipo de geneológicas "de aparición", que en lo económico vendria a ser "la demanda crea la oferta" o "la oferta crea la demanda"? la respuesta es importante, si la demanda crea la oferta tenemos un mal presagio: sabemos que la población se va a reducir, por tanto, la producción y el valor de las cosas (y es inevutable nuestra decadencia económica), si la oferta crea la demanda (somos factores y nuestra retribución a nuestra participación al proceso productivo nos hace consumidores) tenemos suerte de salvarnos en generar oferta con mayor productividad y robots que sustituyan al trabajo, la retribución del sector público podría continuar siendo viable con la futura e inovadora fiscalidad que propones. Ya lo veremos, lo importante es querer mirar el futuro, Xavier, como hacemos aquí nostros, aunque no tengamos poder como nuestros políticos.
Por último, he tenido la suerte este puente de viajar mi 1a vez en avión (y sin problemas repsecto lo de los controladores), estube en la ciudad de los canales, Venecia. Recordando lo que escribes sobre Roma, me llamaba la atención que una ciudad fría y aislada, poblada después de la caída del Imperio llegará a tener tanto poder, tenía 400 palacios y 90 Iglesias, grandes como catedrales, que en otras ciudades europeas serían el edificio "insignia" y allí pasaban despercibidos, ¿cómo puede ser que un montón de ciudades y pequeños reinos que surgieron como un virus de un gran Imperio pudieran llegar a tener tanto poder como ser el centro del origen del capitalismo y de la conquista de todo el mundo desde una misera y desunida península que es Europa frente a Imperios tan grandes y bien centralizados como los de Ásia o América? es curioso e impresiona. Saludos y hasta el próximo artículo!
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