domingo, 27 de marzo de 2011

EL MUNDO, EL PROBLEMA ISLÁMICO Y GADAFI

Si hace unas décadas, después de los acuerdos de Yalta y al término de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se dividió en dos bloques de acuerdo con su sistema político-económico: el capitalista y el comunista; el resto del llamado “tercer mundo” estaba bajo órbita o influencia de uno de esos dos sistemas diferenciados. La caída del muro de Berlín trajo consigo el derrumbe del fracasado sistema comunista, aunque todavía quedan algunos rincones del mundo con ese sistema de “dictadura del proletariado”, especialmente en Corea del Norte y en Cuba. Pero de alguna manera el mundo todavía sigue dividido entre los “buenos” y “los malos”, entre el supuesto “imperio del bien”, y el “imperio del mal”.


Ahora yo diría que el mundo se haya dividido en cuatro bloques básicos, en función de la religión predominante: El cristianismo, heredero de los valores de democracia y libertad heredados del legado greco-romano, el área de influencia del budismo basado en parte en las buenas enseñanzas del filósofo chino Confucio, y los lugares de religiones más rígidas como el hinduismo y el islamismo. Cuatro culturas distintas, en las que algunas ni casan ni son compatibles entre sí, y de muy complicada convivencia debido a sus distintos valores que representan. La más reciente guerra de religiones en suelo europeo, si se puede llamar así, está en el ejemplo de la Antigua Yugoslavia, donde sus habitantes se enfrentaban por territorios, étnias y religiones, prueba clara de que lo que algunos llaman “multiculturalidad” es un completo fracaso para la convivencia, y en la que cada cultura debería estar en su lugar, y no mezclarlas. Nuestro país, España, se está metiendo en un serio riesgo al ser tan abierta, acogedora y generosa con las culturas extranjeras (que incluso las subvenciona con harta alegría), en especial referencia a las de origen musulmán. Lo curioso es que los habitantes de China, Japón y demás lugares del sureste asiático se están “occidentalizando” adaptándose a ese modelo de libertad y democracia occidentales, aunque todavía en lugares como China van retrasados en el tema de los “derechos humanos”, pero todo indica que con el tiempo no tardarán en occidentarse completamente como ya lo es Hong Kong o Taiwán, por citar dos ejemplos.

Por otra parte, el islam es una cultura espiritual que aglutina a tal cantidad de gentes que ya han sobrepasado el millar de millón de personas, y está en zonas del globo donde abundan las mezquitas, sobretodo en el norte de África, Oriente Medio y buena parte del sur asiático. Países que hacen del mandato del coran su modo de vida, pero que tropieza con las modernizaciones de la era de internet, procedente del mundo occidental, donde los valores son de democracia, libertad y derechos humanos, y en donde la religión ocupa un lugar secundario, tomando los estados un carácter laico donde se tolera la libertad de cultos. Pero existe el problema de que las barreras culturales y jurídicas que influyen en sus religiones son demasiado fuertes e incompatibles entre sí. Entonces en este mundo inevitablemente dividido, cabe preguntarse: ¿ahora quiénes son los “buenos” y quienes los “malos”?. Internet trae toda la información y la libertad de pensamiento a cualquier lugar del mundo, por encima de religiones, y ahora las cosas se escapan al control: una buena parte del mundo árabe, o musulmán, tradicionalmente encerrado en su religión, ahora quiere las libertades, los derechos humanos, y la democracia de occidente, donde el individuo es más libre y considerado. Y de ahí quizás el origen de las revueltas en los países musulmanes de los últimos tiempos, que proceden sobretodo por las convocatorias de una supuesta clase media de allí, la que tiene el mínimo de formación cultural y la informática a su abasto, aprovechándose del malestar creado por la crisis económica a nivel mundial.


Pero la cuestión es que las diferencias culturales son abismales. Y no olvidemos que islam significa “sumisión”, que tanto puede ser a ese dios que no pueden representar con imágenes, como ese libro que consideran sagrado llamado coran; y en ese modelo de sociedad la mujer en muchos aspectos representa la esencia misma de la sumisión, completamente carente de derechos tal como lo entendemos en la mentalidad occidental, pese a esa España hipócrita de tantas Pajines, Aidos, o Cospedales que abanderan una supuesta “igualdad” y lucha contra la “desigualdad de género”. En las zonas musulmanas del mundo, se supone que todo funciona conforme a la doctrina islámica. Como una vez indicó el Ayatolá iraní Jomeini, algo así como: “en esta democracia islámica las leyes no dependen de la voluntad del pueblo, sino únicamente del corán”. Y en estos países, inconscientemente se les considera al mundo occidental como un mundo hereje, pecador y corrupto, por no estar en línea con los preceptos del coran. En esta línea islámica se apoya ahora el propio Gadafi a la hora de definir a ese occidente que le ha declarado la guerra.

La zonas musulmanas de nuestro planeta presentan contradicciones: hay lugares con grandes espacios desérticos, como Libia, Argelia, y Arabia, donde gentes viven como nómadas en plan tuareg, y otros densamente poblados, como ciudades egipcias, Pakistán y Bangla Desh (las antiguas India musulmanas), o el archipiélago Indonesio, junto a otros países, que tienen el denominador común de que son de credo musulmán, y muchos tienen esa gran fuente de riqueza que se llama petróleo, aunque en cuanto a la técnica y a la tecnología propias de los países libres de occidente van retrasadas y deben de importarla, a pesar de que esas tecnologías cuestan de adaptar para hacerlas compatibles con sus credos y modelos de sociedad. Es complicado hacer compatible a la vez mentalidades semi-feudales con los más modernos avances tecnológicos que sólo pueden venir de una sociedad libre que respeta al inventor y a la pluralidad de ideas.


Y en base a esas diferencias surge la pregunta: ¿quiénes son los buenos, y quienes son los malos?. Es cierto que se supone que occidente se pone del lado de las libertades y los derechos humanos, pero tras la caída de esos dictadores, ¿los nuevos líderes musulmanes no serán peores, no dejarán el país en una situación aún más inestable?, ¿o es una oportunidad que aprovecha occidente para neo-colonizar sus antiguas colonias, y de esta manera frenar un poco más la cuestión musulmana?. En el caso de Libia todavía no está nada claro cual será su futuro si gana el bando de los rebeldes, aparte de que parece ser que la guerra puede durar para largo porque Gadafi es un militar experto y experimentado con una preparada guardia pretoriana a su alrededor, donde debe de tener escondidos por diversos puntos del desierto libio arsenales de armas y de dinero de los petrodólares con que financiar la guerra por muy largo tiempo, así como reservas de agua y de alimentos como buenos nómadas del desierto que son. Si algunos creen que esa guerra es cuestión de días o de semanas, no se olviden de los casos de Irak o de Afganistán donde la guerra lleva años, y no está claro ningún liderazgo en caso de que la guerra termine. Pues aunque cayera el actual rais libio, quedarían las facciones del propio Gadafi, continuando la guerra por su cuenta hasta liberar a Libia de dominio o influencia extranjera, máxime cuando los intereses del petróleo son demasiado fuertes. Mientras occidente se pasan los días discutiendo los liderazgos y las operaciones militares, cuando en la guerra no son posibles los debates, y precisan de un mando único unificado en la persona de un militar bien preparado, tal como indicaba el mejor y más brillante militar de todos los tiempos: Cayo Julio César; en Libía existe el liderazgo indiscutible de Gadafi que todavía tiene mucha influencia entre los nacionalistas pan-árabes y pan-islámicos en los que se apoya el propio Gadafi, frente a esa supuesta coalición de rebeldes libios que no se tiene muy claro lo que quieren y lo que pretenden, a pesar de estar supuestamente apoyados por parte de países europeos involucrados y la mayoría de la ONU. La implicación de España en esa guerra que no es la nuestra, ha sido un grave error: no sólo supondrá más despilfarro por parte de nuestro erario público, sino que además con su actitud ha abierto la puerta para ser muy posible blanco del terrorismo islámico, posibilidad muy reforzada debido a la ya enorme masa de inmigrantes musulmanes que se han instalado en nuestro país, facilitada por los propios políticos españoles, que parecen olvidar el famoso atentado del 11-M, que causó cientos de víctimas españolas inocentes. No se ha tenido en cuenta la prudente actitud de Alemania de no implicarse en una guerra que sabe que tampoco es la suya.
Por otra parte, cuando en otros países existen diversas guerras que desconocemos, como la de Somalia, por citar un ejemplo, y la ONU, Norteamérica o la Unión Europea no hacen aparentemente nada, queda claro que el interés por Libia no puede ser otra cosa que la de adueñarse del mar de petróleo que tiene en su subsuelo. De ahí la oposición del Zar Putin y su valido Medevev para evitar que los norteamericanos y europeos involucrados tengan influencia en esta zona estratégica de Libia, que por otra parte si se agota el petróleo, por lo menos les quedan las reservas de océano Ártico, que los rusos lo consideran como sus aguas territoriales. Es curioso que en casi todas las guerras en que occidente se mete de las zonas musulmanas, tiene como telón de fondo el tema petrolífero, y eso se debe a que occidente todavía tiene una muy fuerte dependencia del petróleo para sobrevivir, en tanto todavía no ha podido desarrollar otras energías alternativas, como podría ser la energía nuclear de fusión (que podría llegar a ser abundante, limpia y barata, si se logra ganar la batalla de su implantación), y no la energía nuclear de fisión, la que conlleva riesgos de contaminación radiactiva. Cuando occidente tenga energía alternativa más que suficiente como para no necesitar el petróleo, está claro que no se va a involucrar en guerras y asuntos internos de países musulmanes que no le incumben.

La libertad y la democracia, legado de la Antigua Roma, y los derechos humanas son principios y valores irrevisibles e inseparables del modelo de sociedad occidental, pero existe el problema de que el modelo de sociedad islámica no comprenda ni tolere por no casar ni ser compatible con su cultura, por lo que en el futuro las posibilidades de que den lugar a conflictividad son muy altas. En esto nos han expuesto a España, lamentablemente, y el tiempo dirá sus consecuencias. Y lo mismo cabe decir de Europa, con una masa de inmigrantes musulmanes cada vez mayor y muy preocupante, de la que el mismo Gadafi profetizó que son los que llevarán la guerra en el continente europeo en el futuro, o por lo menos la islamizarán, perdiéndose los valores de la vieja Europa y con ello el legado de imperio greco-romano. Mientras tanto nos seguimos considerando los “buenos”, pero hemos sido muy malos haciendo mal las cosas, y ahora tenemos a lo que nos exponemos cuando la masa de población musulmana en Europa se haga fuerte. ¿Qué libertades y qué derechos llegarán a perder nuestras mujeres?. ¿Estamos todavía a tiempo de evitar lo peor?, ¿o, como decimos en España, somos moros o cristianos?

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