viernes, 23 de julio de 2010

EN LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA

Ese es el primer blog-reportaje que publico sobre mi aventura de una explotación en el interior de la tierra, vamos que casi una publicación digna de una novela de Julio Verne. Una apasionante aventura explorando el interior de una cueva o caverna, como quiera llamarsele, que no es otra cosa que un laberinto de pasadizos subterráneos por el interior de la tierra, algunos pasables, otros más estrechos, pero si hubiera que recorrerlos todos, a los pasadizos habría que calificarlos como kilométricos. Pero me voy a meter en plan topo. Busco algunas de las entradas, donde todavía llega la luz del sol, y me meto adentro. Dada la estrechez de los pasos, lo voy bautizar como la caverna de las serpientes. ¿Me acompañáis?. Espero no encontrarme con algún animal peligroso.

Sigo metiéndome adentro, y de momento por ese recorrido la luz del sol todavía se deja ver. Aquí no hay dificultades para explorar.

Ese sombrero de ala frontal demasiado larga, me parece que disminuye mi visibilidad, cuando ya me estoy adentrando y cada vez está todo más oscuro. Decido cambiarme por otro de color rojo, más visible y más cómodo que me protega de golpes y de posibles telaarañas.


Me estoy adentrando cada vez más, y todo se está poniendo oscuro, salvo algún sitio donde algún agujero todavía deja entrar algo de luz del exterior, pero no durará mucho, puesto que cada vez estoy más abajo, más en el interior de la tierra. Suerte de que todas las paredes son de material rocoso, lo que garantiza cierta seguridad de que no habrá derrumbe.


Tierra adentro, me he encontrado con una especie de pequeña sala subterránea, que bien pudiera haber sido un lugar de reunión de alguna familia de trogloditas, en los tiempos de la prehistoria, a salvo de los predadores del exterior, que se suponían llenos de leones con colmillos tipo sable, y mamuts, y quizás también con los restos de algún dinosaurio. Pero hay algo curioso: en medio de la oscuridad me he encontrado con que alguien se dejó alguna cabeza allí, o quizás fue un gnomo. Algo que añadió emoción a la aventura. Pero vamos más para adentro y para abajo, a ver qué encontramos. Quizás se encuentre el tesoro escondido de algún pirata, o algún cofre grande con la fortuna escondida de alguna especie de Conde de Montecristo, así que vamos para adelante a ver qué encontramos.



Sigo la exploración, y lo que me encuentro es que se me está estrechando el paso en todo esos laberintos de pasadizos subterráneos. Espero acordarme bien desde dónde he venido, no sea que me pierda y me quede enterrado allí para siempre.



He llegado a un punto de que este paso es largo y estrecho, con muchos pasadizos (mejor dicho laberintos), cuya estrechez lo hacen intransitable (por eso decidí bautizarlo como la cueva de las serpientes). Buena falta me haría convertirme en serpiente.



Me parece que aquí he llegado a la parte más profunda, donde la oscuridad es total, a pesar de la ayuda de la linterna. Con suerte, no he llegado al infierno.


Ahora de lo que se trata es de buscar desesperadamente una salida al exterior. Es una gran suerte de que todavía no me haya topado con ningún animal, puesto que entre esas paredes de piedra es en donde mejor pueden encontrar refugio las serpientes. El miedo conserva la vida, dice el proverbio, y la tranquilidad aleja los bichos, añado yo.


Ya intento salir, ya,....pero parece que ando un poco perdido. Hay que seguir adelante y buscar la salida. Parece que todavía voy a tener que salvar ciertos obstáculos bajo tierra. Dios, qué oscuro está todo esto. Espero no perderme. Suerte que llevo el móvil en el bolsillo, pero no sé si aquí tan abajo de la tierra podrá llegar la cobertura. Espero no necesitarlo.




Esa parte del túnel se tenía que atravesar a gatas, pero por fín, ya empezaba a verse la luz del exterior. Un poco más, y ya estaré de nuevo a la superficie.



Ya estoy saliendo al exterior. Tengo que escalar y superar algunos pequeños obstaculos. Abajo se quedan kilómetros de galerias subterraneas, laberintos que no sabes adónde te llevan, pero que si tienes sentido de la orientación con un poco de suerte no te pierdes.



Salida al exterior ya completada. Ahora hay que salir de ese lugar tan misterioso y perdido en medio de unos árboles que no te dejan ni ver el bosque, y buscar el lugar donde se dejó el coche. La aventura a terminado. Ser como Indiana Jones es apasionante, pero lo siento: no he encontrado ningún tesoro. Seguro de que algún ladrón de tumbas faraónicas ya ha pasado por aquí, y lo ha dejado todo limpio. Desde mi blog, espero que os haya gustado la aventura que he compartido con vosotros. Y no me preguntéis adónde es eso: es secreto absoluto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy Bueno amigo Xavier. He quedado impresionado por tu audacia. Gracias por regalarnos este paseo. Sergio